martes, abril 17, 2012

Arcana arcanissima-2, LOS JEROGLÍFICOS EGIPCIOS

LIBRO I

LOS JEROGLÍFICOS EGIPCIOS

I. EL ORIGEN DE LOS PRIMEROS HOMBRES, REYES Y DIOSES


Aquellos que han abrazado la historia o más bien las gestas fabulosas del más antiguo Egipto no han transmitido nada cierto para la memoria, en lo que concierne al nacimiento de las primeras letras o ciencias. Lo mismo para los primeros reyes del universo, ya se les haya creído dioses o hayan nacido hombres. Todo lo que de ello se ha escrito parece más bien ficciones de ocio, delirios de melancólicos o fantasmas oníricos.

Algunos afirman que los primeros hombres han sido producidos en las siguientes circunstancias: en Egipto, en los alrededores de la Tebaida, cuando el Nilo cesa su crecida, el limo abandonado por el agua se calienta bajo la acción del Sol. Se hacen cantidad de hendiduras en la tierra de donde surgen una multitud de ratones. Bajo el pretexto de que tras el comienzo del mundo todos los seres animados han sido engendrados así, ¡incluso los hombres lo habrían sido!

Sin embargo, Diodoro de Sicilia, que él mismo dice haber visitado a fondo la mayor parte de Asia, Europa, así como Egipto, confiesa:

En cuanto a los primeros reyes en el universo, no tenemos ninguna certeza de ellos, puesto que ningún historiador los enumera. Lo que es seguro es que las letras antiguas no han podido aparecer al mismo tiempo que los primeros reyes. Alguien pretendería incluso que les han sido contemporáneas, los mismos escribanos datan de mucho más tarde ciertamente. En cuanto lo que comporta la edad precedente, los griegos dudan de ello, y no solamente los griegos sino incluso los autores bárbaros que ellos mismos se llaman indígenas y que fueron los primeros en tratar las cuestiones de la vida práctica.[1]

El mismo Diodoro, en el capítulo siguiente, relata cómo el Sol y la Luna eran venerados como dioses eternos por los primeros hombres, que eran llamados el uno Osiris y la otra Isis y que estos nombres eran intencionados.[2] Pero quien es el único y verdadero Dios de dioses, quienes son los primeros hombres y reyes aparecidos sobre la tierra, cuándo y dónde han vivido, para nosotros es la santa Biblia quien nos lo relata y lo tenemos por indudable. He aquí cómo reconocemos la inanidad de los egipcios en esta materia, por ejemplo cuando afirman la antigüedad de sus reyes y su continua serie a través de más de veinte mil años.

Hay en ello una asombrosa contradicción. Por un lado, según ellos, Isis y Osiris han sido engendrados de Saturno. Por otro lado los han considerado como los primeros dioses eternos y no engendrados, es decir, las luces celestes. Por lo tanto en este dominio podemos excusar a los autores paganos de haberlo transmitido de otra manera a como lo son. La antigüedad de los hechos no les permitía saber de ellos tal cual eran, siéndoles desconocida la historia santa. Además, se les prohibió disentir con la religión de los dioses que entonces estaba en vigor.

En cuanto a nosotros, para establecer el fundamento de la doctrina egipcia damos por comprobado, según una infinidad de indicios, que en Egipto se ha practicado manifiestamente cierta ciencia que enseñaba las operaciones más secretas de la naturaleza, es decir, una MEDICINA DE ORO, no hecha de oro, sino mil veces más valiosa que el oro. Esta práctica era sobre todo patrimonio de los filósofos, sacerdotes y de los primerísimos reyes. Para poderla transmitir a los más sabios de la posteridad manteniéndola al mismo tiempo ignorada del vulgo, adoptaron como escritura caracteres ocultos a base de animales. Después los griegos los llamaron jeroglíficos. Pero para explicar las cosas utilizaron alegorías, poniendo en escena a personajes ficticios en sus aventuras.

Estas historias han pasado por todas partes. Así, en el transcurso del tiempo, la superstición de la gente ignorante se apoderó de los espíritus. Se puso en práctica un culto religioso hacia estos personajes tomados por dioses o reyes, y hacia estos animales considerados como sagrados e inviolables. Para cada uno de ellos se encuentran monumentos construidos para durar casi eternamente.

En nuestra búsqueda sobre la cuestión, he aquí el orden que vamos a seguir en este primer libro: trataremos primero de los dioses egipcios, después de los reyes, seguidamente de los animales y de su carácter sagrado y finalmente de los monumentos, indicios y vestigios, que convencerán de su uso frecuente y, de cierto modo vernacular, de este arte en Egipto.

II. LOS PRINCIPALES DIOSES: OSIRIS, ISIS, VULCANO Y MERCURIO

1. SU MITO

Los más antiguos y primeros inventores de este arte o medicina de oro designaron su sujeto y su forma, su acción y su efecto, utilizando los principales componentes del mundo, el Sol, la Luna, el fuego, el aire, el agua, la tierra, y las otras estrellas errantes. Consideraron que había algo en común entre todo esto y su arte. En efecto, en el asunto del arte se consideran dos cosas: una desempeña el pale de macho y la otra el de hembra. He aquí por qué han llamado a uno OSIRIS o el Sol y a la otra ISIS o la Luna.

Mercurio, que se une al Sol y a la Luna, es común a los dos, puesto que, en el gran mundo, la conjunción del Sol y la Luna no se hace sin la presencia de Mercurio. Este es como un guarda espaldas[3] para el Sol, acudiendo siempre cerca de él.

Estos dos cónyuges también son tomados por hermano y hermana, y se les adjunta un tercero, cierto pelirrojo, un espíritu ardiente, llamado TIFÓN, que desmiembra y diseca en pequeños trozos a OSIRIS, su hermano uterino.

He aquí, pues, entre los egipcios a los cuatro personajes principales: tres, OSIRIS, ISIS y MERCURIO, son considerados dioses, al contrario de TIFÓN que es tenido por un daimon maligno.

A estos añaden a VULCANO o el fuego externo; PALAS o la sabiduría hábil en operar; el OCÉANO, padre de los dioses, o TETIS, su madre, o también, dicho de otra nanera, el NILO, o el agua; la tierra, madre de todas las cosas que, como dice Orfeo, distribuye sus riquezas ampliamente; después vienen SATURNO, JÚPITER, VENUS, APOLO, PLUTÓN y los otros dioses.

Si, en lo sucesivo, el pueblo ha tenido a bien tomar estos nombres como potencias de los dioses o para los cuerpos de los planetas o de las estrellas celestes, y si este uso ha terminado por generalizarse, no es menos verdad que los restauradores y propagadores de la quymica los han introducido a fin de ocultar el arte. Esto se ve claramente por las circunstancias que acompañan a cada uno de estos nombres en los autores tanto griegos como egipcios. Veamos primero a Diodoro del que examinamos sus opiniones sobre los dioses egipcios y del que recogeremos todo lo que concuerda entre esos dioses y las cuestiones químicas:

Además de estos dioses a los que se les llama celestes y eternos, se señala a otros nacidos de los primeros. Mortales al principio, habrían adquirido la inmortalidad por su sabiduría y sus beneficios para el género humano. Algunos habrían reinado en Egipto. Unos habrían recibido el mismo nombre que los dioses celestes, los otros un nombre que les era propio: Sol, Saturno, Rea, Júpiter (al que algunos llaman también Amón); después Vulcano, Vesta y en último lugar Mercurio. El primer rey de los egipcios habría sido Sol, con el mismo nombre que el astro celeste. Algunos sacerdotes afirman que el primero en haber reinado fue Vulcano, el inventor del fuego, beneficio por el que los egipcios lo habrían hecho rey.[4]

Y un poco más lejos:

Dicen que después Saturno habría tomado a su hermana Rea como esposa. Según algunos sería el que habría engendrado a Osiris y a Isis. Muchos transmiten que habría engendrado a Júpiter y a Juno quienes, gracias a su virtud, han gobernado todo el universo. Estos últimos engendraron cinco dioses correspondientes a los cinco días intercalados usados en Egipto: Osiris, Isis, Tifón, Apolo y Venus. Osiris se habría convertido en Dionisos mientras que Isis sería Ceres. Tras haberla desposado, Osiris recibió el poder y aportó una gran contribución a la vida práctica común.[5]

Después relata que Isis encontró el trigo y la cebada y enseñó a los hombres a sembrarlos, también les dio leyes y construyó para sus padres Júpiter y Juno, un templo de una grandeza y decoración destacables. También habría construido dos templos de oro, el mayor dedicado al Júpiter celeste y el menor al Júpiter terrestre, su padre, al que algunos llaman Amón. Ella también hizo, añade Diodoro en el mismo pasaje, templos de oro para los otros dioses que hemos mencionado, cada uno con sus propios honores y sacerdotes.[6]

Isis y Osiris tenían en gran estima a los creadores de artes y de objetos para la vida práctica. Se encuentran también en la Tebaida artesanos que trabajaban el bronce y el oro, y que fabricaban armas para matar a las bestias salvajes y para remover la tierra. Además erigieron para los dioses estatuas y templos de oro ricamente decorados. Así continua Diodoro:

Pretenden que Mercurio, por su parte, también haya recibido (de Osiris) los más grandes honores, como inventor de una gran cantidad de objetos utilizados en la vida de los hombres. Es el primero que habría clasificado las palabras por orden y en atribuir los nombres a muchos objetos. También fue, dicen, el inventor de las letras. Él es quien habría instituido las ceremonias necesarias para honrar a los dioses. Y sobre todo habría observado el curso de los astros y descubierto la armonía de las voces. Se dice que inventó la palestra, los ritmos, la medicina para los cuerpos, así como la lira de tres cuerdas de tripa, cuyo nombre recuerda el de tres estaciones del año. En efecto, el fijó las tres voces, la aguda, la grave y la media, tomando la aguda del verano, la grave del invierno, y la media de la primavera. Igualmente enseñó a los griegos la interpretación de las palabras, de ahí el nombre que le dieron pues Hermes significa “intérprete”. En fin, los mismos escribas de las escrituras sagradas en el tiempo de Osiris relatan que Mercurio ha dado todo esto, incluso Osiris ha escuchado a menudo sus consejos. Él es quien habría descubierto el olivo y no Minerva, como dicen los griegos.[7]

Todo esto establece que se otorgaban grandes honores a Vulcano y a Mercurio entre los egipcios, vista la cantidad de sus inventos para la vida práctica.

Pero ¿qué es Vulcano? ¿No es el fuego el amo de las operaciones? ¿Qué es Mercurio? ¿No sería todo a partir del cual, fuera del cual y con el cual operan los quymistas, aunque este no sea una cosa vulgar? ¿Qué fuego entienden los egipcios? ¿Sería aquel del que habla Diodoro?

En pleno invierno, un árbol de las montañas tocado por un rayo se estaba abrasando, y la llama había acabado por invadir los tallos vecinos. Ante este calor Vulcano se habría alegrado. Para hacer perdurar el fuego que iba declinando él añadió de nuevo materia. Entonces invitó a los otros hombres a venir y admirarlo como si él lo hubiera inventado.[8]

He aquí que de ninguna manera esto es verosímil, puesto que este fuego ya era muy conocido antes del diluvio, incluso por todos los primeros hombres, así como las siembras no eran desconocidas para Abel y Caín, la invención de las artesanías para Tubalcaín y la del vino para Noé.

Por consiguiente se trata de la invención de otro fuego la que se atribuye a Vulcano, un fuego ciertamente filosófico, es decir, de la manera que debe ser aplicado al mercurio no vulgar. He aquí el por qué se dice que Vulcano ha reinado el primero entre los egipcios.

Es lo mismo para Mercurio que entre ellos fue el inventor de todas las artes y las letras jeroglíficas. Pues las artes y las letras fueron introducidas en Egipto gracias a él. Enseñó la retórica, la astronomía, la geometría, la aritmética y la música. En efecto, en el arte y en la naturaleza nada se hace sin número, peso y medida. Raimon Llull dice:

La naturaleza posee en ella misma la filosofía y la ciencia de los siete artes liberales por las cuales ella opera, porque en ella misma lleva toda forma geométrica, limita toda cosa por la virtud de su aritmética por la igualdad de un número fijado, y saca de potencia a acto tu intelecto por conocimiento retórico.[9]

El mismo Mercurio es intérprete y traductor de todas las cosas, llamado Hermes por los griegos, y Osiris utiliza constantemente sus consejos. Y es que sin Mercurio nada se hace. Le es consagrado el olivo, puesto que él mismo es el aceite más excelente de todos, que puede endurecer las cosas más blandas y ablandar las duras por un único y mismo fuego. Más adelante se expondrá el resto, relacionando a Mercurio y a Vulcano.

Pero ¿por qué Isis ha construido tantos templos de oro dedicados a su padre y a los otros dioses? ¿Por qué este hecho inaudito, y yo diría único, puesto que nunca se oyó decir que se haya erigido un templo de oro, incluso en nuestra época en la que la cantidad de oro extraído de las minas o de los ríos es mil veces más importante que en otro tiempo en el que el oro era censado como descubierto por primera vez? O bien, ¿por qué Isis otorgaba honores a los artesanos que trabajaban el bronce y el oro?

La razón es traída de la mano: la diosa es simplemente una diosa de oro. Se dice que es hermana y esposa de Osiris; se cuenta lo mismo de Juno y Júpiter y de sus genitores Rea y Saturno. Nada como este detalle como señal muy evidente y propia de la quymia cuyo sujeto consiste en un agente macho y un paciente hembra, que siendo cónyuges no son menos hermano y hermana, como se demostrará en adelante.

Así Osiris e Isis, igual que Vulcano y Mercurio, los principales dioses intelectuales, son dioses químicos, no celestes, sino subterráneos y nacidos por el arte. Como Isis es la Ceres de los griegos y Osiris el Baco o Dioniso, remitiremos sus otras cualidades y características a su lugar. No obstante he aquí lo que Diodoro relata a propósito de Osiris en el mismo lugar:

Como era un hombre bueno y deseoso de gloria, reunió una inmensa tropa para recorrer el mundo y enseñar a los mortales a plantar viñas y a sembrar los campos de trigo y cebada, y hacer la cría de animales. Estimó que haciendo pasar a los hombres de una vida agreste a costumbres más cultivadas y más maduras, conquistaría los honores inmortales, lo que fue el caso. Efectivamente, no solamente sus contemporáneos sino también la posteridad lo consideraron como uno de sus más grandes dioses, a causa de sus benéficos inventos que, extendidos por todo, han permanecido en su memoria. Por otra parte, según la tradición, una vez constituido el reino de Egipto, Osiris dejó al cuidado de todos los asuntos a su mujer Isis. Le confió a Mercurio como consejero, pues era de una remarcable prudencia de la que ya había hecho gala entre sus amigos. Pero como jefe del ejército y de todo lo que estaba bajo su autoridad puso a Hércules, porque era cercano a su raza y porque era de un coraje y una robustez corporal sorprendente. En cuanto al gobierno de su reino lo repartió encargando a Busiris, Fenicia y la ribera marítima, y a Anteo los reinados vecinos, Libia y Etiopía. Él mismo partió de Egipto en expedición con todas sus tropas, llevando consigo a su hermano al que los griegos llamaron Apolo, aquel que habría encontrado el laurel. Anubis y Macedón, sus dos hijos, siguieron a Osiris. Tenían diferentes virtudes y cada uno de ellos utilizaba un arma característica: un animal correspondiente a su naturaleza. Anubis tomó como insignia para sus armas un perro, y Macedón un lobo. Desde entonces los egipcios tienen un gran respeto por estos animales cuya forma servía para el culto de estos dioses. Osiris también se llevó consigo a Pan para quien los egipcios construyeron una ciudad con su nombre en la Tebaida: Quemnis, es decir, ciudad de Pan. Aún llevó otros acompañantes expertos en la agricultura: Marón el plantador de viñas; Triptólemo, sembrador de trigo. Después, una vez organizado todo y tras invocar a los dioses, partió y se dice que no cortó sus cabellos hasta su retorno a Egipto. Fue a Etiopía y parece ser que allí abajo le presentaron a los sátiros que llevaban la cabellera hasta el ombligo. A Osiris le gustaba mucho reírse y divertirse. Frecuentaba mucho a los músicos y las danzas en corro. Así una multitud de músicos le seguían, entre ellos nueve adolescentes vírgenes, tan habituadas al canto como a los otros dominios. Es a estas que luego los griegos llamaron Musas. Se dice que es Apolo quien las instruyó, lo que le valió el título de músico. En esa época, al levantarse Sirio, o la estrella del Perro, momento en el que el Nilo alcanza habitualmente la cima de su crecida, el río habría inundado la mayor parte de Egipto, sobretodo la que gobernaba Prometeo. Todos los habitantes de su país fueron prácticamente arrastrados, Prometeo quiso suicidarse de dolor. En cuanto al río, vista la rapidez de la corriente y la extensión de las aguas, se le llamó Aquila.[10] Entonces Hércules, tanto por su gran ingeniosidad como por su coraje, inmediatamente reprimió el asalto de las aguas y forzó al río a retomar su curso. Osiris, que se encontraba en las montañas de Etiopía, balizó cada orilla con un dique para que la inundación no se desbordara más pero que llegara con suavidad a través de los surcos para el provecho de los campos. Después tomó la ruta de Arabia a los largo del mar Rojo hasta llegar a las más remotas Indias. Construyó muchas ciudades de las que a una llamó Nisa, en recuerdo de aquella de la que había salido. También dejó en las Indias muchos otros monumentos a su paso. Además erigió en muchos lugares columnas que daban testimonio de su expedición. Igualmente recorrió otras naciones de Asia. Pasando en Europa por el Helesponto, en Tracia Licurgia, destruyó al rey bárbaro que se le enfrentó. Puso a Marón el viejo al mando de esta provincia. En cuanto a su hijo Macedón lo hizo rey de Macedonia y encargó a Triptólemo la cultura de las campiñas de Ática. Finalmente, cuando prácticamente hubo cerrado el círculo, volvió a Egipto llevando allí todos los presentes que le habían hecho los diferentes pueblos. Después pasó de los hombres a los dioses y se le rindió, como al más grande de los dioses, los honores y los cultos religiosos instituidos por Isis y Mercurio. Se añadieron a este culto muchos elementos con valor místico,[11] lo que debió aumentar el poder de este dios.[12]

2. LOS MITOS SON ALEGÓRICOS

Que sea suficiente haber referido brevemente los propósitos de Diodoro sobre la expedición de Osiris a la India. Está claro que todos estos relatos son jeroglíficos o alegorías y que si se les toma de otra manera, es decir por la letra, no pueden estar más opuestos a la verdad. Esto sirve también en lo que concierne a todas estas absurdas y falsas hazañas si se las toma al pié de la letra, y también para el tema de la plantación de la viña, la siembra de trigo y cebada y a la cría de animales. Todo esto habría sido inventado por Osiris, pero la santa Escritura lo que dice es que estas actividades estaban ya atribuidas a los patriarcas anteriores al diluvio y a los primeros hombres del universo.

Pero aquel que puede tener algún conocimiento del arte del que aquí se trata, sabrá no sólo negativamente a qué materias no se ha de relacionar con lo que se ha dicho hasta aquí sino que sabrá afirmativamente a qué cosa conviene únicamente.

Sabrá que Osiris e Isis son, en un solo sujeto, el agente y el paciente. Sabrá que por la expedición de Osiris es significada la disolución de la obra, que es muy secreta.[13]

Allí se va primero a los negros de Etiopía, después al mar Rojo. Estos colores intervienen necesariamente al principio y al final. En el principio hay el negro que pasa al blanco mediante los colores intermedios y después al rojo. Flamel dice:

Pues estas cosas han sido creadas en esta nuestra tierra de Etiopía.[14]

Y Rasis:

Blanquea tu cuervo. Si quieres blanquearlo, primero blanquea con el Nilo de Egipto, después con el persa en los secretos, y con este y por este aparecerá la rojez, como la adormidera en el desierto.[15]

Si el Nilo no pudiera ser retenido en sus límites sino que al contrario se desbordara mucho sobre los campos, ello ocasionaría un gran daño. Es por lo que era preciso que Prometeo mediante un cálculo previsor y Hércules por su trabajo (es decir, el artista por su genio y sus manos) se fortalecieran. Se encuentran allí nueve Musas y su hermano Apolo, es decir, nueve águilas y una parte de la tierra negra, como así lo explican otros. Están los sátiros que saltan y los coros de mujeres para conducir la danza circular: evidentemente son las ninfas y las linfas que suben y descienden. La semilla ha sido echada en su campo y es Triptólemo que está encargado de ello. Así mismo hay allí la viña plantada y llena de copiosos racimos. Mercurio es consejero de Isis y Hércules gobernador de Egipto. Hércules es el artista, y Mercurio es lo primero el medio y lo último de la obra; esto será explicado más extensamente a continuación.

En suma, quien considere todos los hechos de esta expedición, en general y en particular, verá que nada ha sido puesto sin una singular razón sino que, al contrario, toda solución propuesta cuadra al dedillo. Se dice que los ritos sagrados han sido instituidos por Osiris, Mercurio e Isis y se ha añadido muchas otras cosas a este culto con valor místico. El término “valor místico” dice bien claramente que hay otro sentido más allá del sentido histórico y literal. Es este sentido el que hemos buscado en la mayor parte de los casos y lo damos a entender suficientemente a los inteligentes.

3. LA CONSECUENCIA DE LOS MITOS

Los acontecimientos que han seguido a esta disolución, es decir, la muerte de Osiris y lo que ha sucedido en torno a su defunción, Diodoro lo relata así:

Se ha descubierto más tarde, según los antiguos secretos de los sacerdotes que habían vivido en el tiempo de Osiris, que tras haber reinado con justicia en Egipto, fue asesinado por Tifón, su hermano impío y criminal. Este lo diseccionó en veintiséis trozos que distribuyó entre aquellos que habían participado con él en este gran crimen, para volverlos aún más cómplices de aquella fechoría y hacerlos defensores y guardianes fieles de su trono. Isis se vengó de la muerte de su hermano y marido con la ayuda de su hijo llamado HORUS, aniquilando a Tifón y sus cómplices, y tomó el mando de Egipto. El combate tuvo lugar cerca de un río de Arabia, en un lugar llamado Anteo. En el tiempo de Osiris este nombre le había sido dado porque el gigante Anteo había sido muerto allí por Hércules.

Isis recuperó todos los trozos de Osiris que estaban dispersados excepto las partes vergonzosas. Como deseaba que la tumba de su marido permaneciera desconocida pero que fuera venerado por los egipcios y todos los hombres, reunió todos estos trozos en una forma de hombre parecida a la de su marido, en medio de aromas y de cera. Después convocó a los sacerdotes de Egipto y les dio a cada uno una imagen de Osiris afirmando que su cuerpo era confiado sólo a ellos en particular, haciéndoles jurar que no publicarían ante nadie que la sepultura de Osiris se encontraba en ella, y que rendirían un culto a aquel que guardaban oculto, como si fuera un Osiris en vida, y como si tras su defunción ellos lo honraran con una ceremonia idéntica.

Para hacer que los sacerdotes estuvieran dispuestos a obedecerle les otorgó un gran privilegio: les concedió un tercio de las tierras para el culto y los sacrificios a los dioses. Los sacerdotes cumplieron sus recomendaciones, en cuanto al recuerdo de los méritos de Osiris, empujados por el privilegio de Isis. He aquí por qué aún actualmente cada sacerdote atestigua que es en su casa donde Osiris ha sido enterrado.

Así mismo tienen en gran estima a los animales que le fueron dedicados desde el principio. Cuando mueren y se celebra sus funerales se renueva el duelo de Osiris. Además, a los toros sagrados, como aquel al que se llama Apis o el otro llamado Menfis, se les sacrifica a Osiris y todos los egipcios los honran también como a dioses.

En cuanto a Isis, se dice que en la muerte de su marido ella juró no volverse a casar nunca. Su reinado fue justo, su benevolencia hacia sus súbditos superaba la de todos los otros reyes. Tras su muerte alcanzó los honores de los inmortales. Fue sepultada cerca de Menfis en el bosque de VULCANO, donde aún hoy día es expuesta su tumba.

Algunos estiman que el cuerpo de estos dioses no se encuentra allí sino en las montañas de Etiopía y de Egipto, cerca de la isla que debe su nombre “Puertas del Nilo” al campo consagrado a los dioses. Los vestigios de este lugar muestran un sepulcro construido para Osiris y honrado por los sacerdotes egipcios, así como trescientas sesenta urnas que llenan cada día de leche. Los sacerdotes formados para ello renuevan el duelo llamando a los dioses por su nombre. Es por lo que rehúsan acceder a la isla todos aquellos que atraviesan el río.

Entre los habitantes de la Tebaida, la más antigua de todas las citadas, se practica el gran juramento: se jura por el Osiris manifestándose en las nubes. Es entre ellos, como ya lo he contado, que todas las partes de Osiris salvo el sexo estarían allí sepultadas. Las partes vergonzosas habían sido echadas al río por Tifón, puesto que ninguno de los cómplices del asesinato quería tenerlas en su casa. Después Isis las guardó en un sepulcro con no menos honor que las otras partes. Desde Osiris e Isis hasta Alejandro de Macedonia, quien fundó en Egipto la ciudad que lleva su nombre, se dice que hubo más de diez mil años, según algunos incluso un poco menos de veintitrés mil años.[16]

Todos estos escritos no tienen un valor histórico, sino más bien alegórico. Cualquiera que profese el cristianismo, aunque fuera totalmente iletrado lo reconocería, mientras sepa contar los años de la creación del mundo, desde el comienzo hasta ahora. Estos no sobrepasan aún los 5575 años. Así pues, Osiris habría vivido casi veinte mil años antes que el mundo fuera creado por Dios y antes de Adán el primer ancestro de los hombres, si se siguen las alegorías, es decir, la tradición de los egipcios. Hércules que según lo establecido, ha precedido poco a la guerra de Troya, se dice que era contemporáneo de Osiris. De ello se deduciría que Troya ha sido destruida unos cuantos miles de años antes de la creación del mundo.

Pero si intentamos desmentir esto escrupulosamente partiendo de hechos históricos, sería preciso traer aquí otras innumerables indicaciones que pasamos en silencio. En vez de eso nos inclinaremos más bien sobre las cuestiones alegóricas y jeroglíficas. Expongámoslas brevemente.

4. LOS MITOS INTERPRETADOS COMO MEDICINA DE ORO

Se ha dicho, sin la menor circunlocución, que Osiris es tenido por la materia del arte de la cual se compone la medicina de oro. Éste puesto en su sepulcro, es decir en el vaso, por su hermano Tifón, se desmiembra en numerosas partes.[17]

Tras la solución de la obra, Isis reúne y une estas partes, una vez separado el azufre combustible. Así, la colecta de las partes de Osiris emprendida por Isis es la reiteración de la misma obra, que pasa[18] hasta que la virtud de Tifón es extinguida y el alma de Osiris suficientemente ardiente toma su lugar, hasta el punto de convertir muy fácilmente en él mismo a su madre Isis, es decir su hembra, es decir, su hermana muy amante, lo que es la perfección última.

Lo que es Tifón ya lo hemos dicho más arriba. Es un espíritu ígneo y furioso que puede penetrar al momento a nuestro Osiris y arrastrarlo hacia su color a la manera de un veneno. Esto no debe suceder en la primera cocción sino en la última. En efecto, que el fuego encendido en el vaso no sea muy excitado por Vulcano al principio, de lo contrario, como el fuego del infierno, consumirá todo el cuerpo del Osiris a fin de que su madre no pueda devolverlo a la vida jamás.

Se ha de señalar aquí que Isis y Osiris son un solo y mismo sujeto en el que se encuentra Osiris el macho e Isis la hembra, y también Osiris el hijo e Isis su madre, o bien Osiris el hermano e Isis su hermana. Se comporta, pues, como hermafrodita o andrógino largo tiempo, que se le considere y que se le tome tanto por Osiris como por Isis, ya que comporta los dos sexos.[19] Es desde un punto de vista diferente que se considera la relación marido y mujer, hermano y hermana, madre e hijo. Y como este sujeto único se encuentra en la naturaleza de las cosas es conocido por los artistas como apropiado para la quymia, estos se ponen así a conocer a Osiris y a Isis con toda su familia y todas sus aventuras.

Si los sacerdotes egipcios poseen una imagen de Osiris, sólo ellos conocen la tumba, se afirma que se encuentra entre ellos pero no la hacen accesible a nadie, esto solamente indica que ellos confiesan, aunque alegóricamente, ser conocedores y poseedores del artificio químico, pero que no lo quieren revelar a nadie, excepto a aquel que sea verdaderamente digno.

La distribución de un tercio de los campos a los sacerdotes, la institución concerniente a los toros y los sacrificios en memoria de Osiris, y todo lo demás, se puede imputar sin la menor duda, junto con otras cosas, a la ciencia de los sacerdotes y a la eficacia de su arte. Pues es verdaderamente absurdo y totalmente ajeno a la verdad histórica el hecho de tener que ocultar la tumba del difunto rey Osiris y no poderlo mostrar a nadie. También el hecho de que su esposa tenga toda la dirección del reino en sus manos para poder instituir tantos sacrificios a observar durante los tiempos eternos, y la distribución de tantos campos a los sacerdotes; todo esto sería de lo más absurdo si no se tratara de una cosa mística con otro origen.

Que Isis no se case más, las ceremonias donde se escoge, venera, ahoga y sepulta al buey Apis, como lo mostramos más adelante, y finalmente el hecho de que Isis haya sido enterrada en el bosque de Vulcano, como así se dice; son acontecimientos que cada uno de ellos pone la verdad ante los ojos de todo aquel que es inteligente.

El miembro sexual de Osiris es esta hez negra e inútil por la cual toma su crecimiento al principio, pero que tras la solución debe ser separada del resto del cuerpo que está limpio y puro.

En cuanto al tiempo que transcurre entre Osiris y Alejandro los egipcios no están de acuerdo entre ellos respecto al asunto como realidad. Puesto que, ya lo hemos dicho, Osiris es un personaje ficticio, ellos se remontan tan lejos en el tiempo que se puede verificar por la memoria la evidencia de la ficción. Si hubieran actuado de otro modo, fijando menos de quinientos o mil años, se habría podido acusar, basándose en los historiadores de la época, el haber contado alguna cosa fabulosa y contraria a la verdad. En realidad después de la fundación del mundo hasta Alejandro se cuentan a lo más 3528 años, y desde el diluvio hasta Alejandro 1972. En todo caso los egipcios no podrían introducir la idea de un mundo eterno en sus alegorías, como mucho lo han hecho (algunos por desconocimiento y otros voluntariamente; los chinos por ejemplo, están persuadidos de ello) pretendiendo como otros, con la más extrema falsedad, poseer los anales de diez mil años sin discontinuidad.

A propósito de Isis los egipcios afirman otra de las susodichas invenciones, según el testimonio de Diodoro, y es que encontró remedio a cantidad de enfermedades y que contribuyó en mucho en el arte de la medicina. Diodoro prosigue:

Según ellos, ella también ha encontrado un medicamento que permite obtener la inmortalidad. Es así como su hijo Horus que había sido muerto por los Titanes en una emboscada y que había sido encontrado en el agua, no solamente lo sacó a la luz, sino que lo volvió inmortal. Por lo demás parece que este Horus fue el último de los dioses en reinar tras el pasaje de su padre Osiris hacia los dioses. Se dice que Horus se traduce por Apolo, que aprendió de su madre el arte de la medicina y de la adivinación, y que hizo una gran aportación a la vida cotidiana, tanto por sus oráculos como por sus medicamentos.[20]

De esto se ha de observar que: al principio se había dicho que Osiris era hermano de Apolo y de Isis, puesto que los tres están censados como descendientes de Júpiter y de Juno. Pues ahora Apolo es llamado hijo de Isis y Osiris. Y esto sólo sucede en la verdadera quymia. En efecto, cuando el agente y el paciente son de algo homogéneo y de un solo género, pueden ser padre, madre, hijo, hija, abuelo, abuela, nieto, nieta, hermano, hermana, marido, mujer, etc., lo que es admirable y propio de este arte.

Que Isis procure medicamentos a los hombres se puede creer. En efecto, todo lo que puede realizar en medicina, esta cosa que se llama Isis, hace mucho tiempo que el mundo lo empezó a saber.

Que su hijo Horus, alias Apolo, es el último de los dioses egipcios, es una verdad totalmente establecida. Es en vistas a él que su madre y su padre, su abuelo y sus antepasados, han emprendido tantos trabajos, han viajado a las Indias y a las otras partes del mundo, y han cumplido tantas sorprendentes obras. Él es el tesoro, el amor, el cuidado de los filósofos, de los sacerdotes y de los reyes de Egipto, al que sus padres honran, del que hacen sus delicias y al que celebran solemnemente. Él es este famoso engendramiento de Isis y Osiris, o si se prefiere, APOLO, nacido de Júpiter y de Latona, cuyo nacimiento, como el de su hermana la Luna o Cintia, será objeto de nuestros ulteriores propósitos. De él es de quien los filósofos han hecho mención con plenas felicitaciones en numerosos lugares diciendo que había nacido de un esclavo rojo llamado Gabritius como padre y de una madre llamada Beya, y que sería mucho más noble que sus padres. Que era preciso acoplar de nuevo y casar al hijo con su madre, es decir, que se ha de unir en matrimonio lo cocido con lo crudo, después cocer de nuevo hasta que de los dos se haga uno solo, alguna cosa, homogénea, inseparable, breve, un espíritu perfecto. Isaac dice:

Es de esto de lo que habla Morien: Haz la conjunción y haz de ello un alma, de manera que no se separe del alma por la eternidad. Haz las bodas, dice Géber, pon a la novia con el novio en un lecho. Regarás su lecho con rocío celeste, y la novia concebirá un hijo. Será rey de todas sus tribus, todos sus enemigos harán la paz con él y será coronado con una diadema roja. Permanecerá como rey en la eternidad y jamás perderá su dominio.[21]

Es lo mismo que dice Hermes:

¡Venid hijos sabios! En adelante nos regocijaremos y nos deleitaremos juntos. Pues la muerte ha sido consumida y nuestro hijo reina ya.[22] Él es vestido con un ornamento rojo y de carne. Ya nuestro hijo, engendrado rey, toma su tintura de fuego.[23]

Y en la Metáfora de Belinus:

Os anuncio, pues, que si no me matáis, vuestro intelecto no será perfecto. Es en mi hermana la Luna en quien crece el grado de vuestra sabiduría, y no con otro de mis servidores. ¡Si sabéis mi secreto! Yo soy que como trigo sembrado en una tierra pura que, tras nacer, crece y se multiplica y lleva su fruto al sembrador.[24]

Y en el mismo sitio:

Soy excelente: soy yo quien sube y quien baja todas las cosas. Ninguno de mis servidores tiene poder sobre mí, excepto uno, el cual ha sido dado de mi ser contrario. Él mismo me ha destruido, sin embargo sin destruir mi naturaleza. Aquel es Saturno, quien dispersa todos mis miembros. Después de que voy con mi madre que reúne todos mis miembros, que estaban divididos y separados, soy quien ilumina todo lo que me pertenece y el que hace aparecer abiertamente la luz en el camino procedente de mi padre Saturno, pero también de mi madre que me es enemiga.[25]

¿Qué se podría decir de más apropiado de Horus, hijo de Isis, o de Osiris mismo del que Isis reúne los miembros, que estas palabras y sus equivalentes, y que se encuentran en los autores de nuestra casa? En cuanto al hijo que se acuesta con su madre se encuentra insinuado en innumerables pasajes de los filósofos, y sobretodo en el Muy Gran Secreto[26] donde se dice:

Confieso la verdad. Soy un pecador, pues con mi madre, quien me había llevado en su vientre, he multiplicado regularmente a mis hijos, y he tomado el hábito de deleitarme con ella y abrazarla con amor para que de ella y por ella pueda yo aumentar y multiplicar a aquellos que me son semejantes, según esta frase: Su padre es el Sol y su madre es la Luna.

Y Arnaldo dice:

Recibe una madre pura y ponla en un lecho con su hijo, y allí, que ella se deleite, y cuando empiece a deleitarse un poco, apágala en agua fría.

Lo mismo Llull:

Es preciso que la madre que primero engendra un hijo, sea inhumada en el vientre de su hijo y sea engendrada de él.[27]

Además, que la misma sea a la vez madre y hermana, lo que parece ser contra natura, resalta de estas palabras y de la discusión del Sol y Mercurio, donde dice el Mercurio:

Yo soy espiritual y es en mí que está latente la sabiduría oculta y aquel que me una a mi hijo, es decir, mi hermano, vivirá y se alegrará, poseerá un tesoro eterno hasta el punto de poder alimentar todos los días un millón de hombres sin disminuir.[28]

Pero sentado esto, dejamos al lector que busque él mismo las sentencias de los autores que debe aplicar a estas enseñanzas egipcias tan antiguas. Continuemos con los relatos de Diodoro sobre los arcanos de los egipcios. En el mismo lugar escribe:

Del reinado del Sol hasta el tiempo en que Alejandro hizo campaña en Asia, los sacerdotes egipcios cuentan alrededor de mil veinte años. Ellos fabulan también diciendo que estos primeros dioses han reinado más de mil doscientos años, pero los siguientes no más de trescientos. Otros comprenden esto del movimiento de la Luna y no del Sol, contando los meses por años. Los egipcios han sancionado también mediante una ley, contrariamente al uso común de los otros hombres, que estaba permitido que un hermano tomara a su hermana por esposa. Lo que les ha empujado a ello es el ejemplo de Isis que había sido desposada con su hermano Osiris.[29]

III. LOS REYES DE EGIPTO

1. LOS PRIMEROS REYES Y LAS COLUMNAS DEDICADAS A LOS DIOSES

Eusebio también enumera a los reyes de Egipto. Coloca a Océano como siendo el primero de todos y lo sitúa en el año del mundo 1802. Pues en esa época, Nimrod fue el primero en reinar en el mundo. Y tras Océano fueron Osiris e Isis; después la dinastía de los egipcios que vio reinar a los pastores 103 años. Después de ellos fue la dinastía de los politanos quien lo hizo durante 348 años, de los que el último rey fue Miris o el faraón llamado Menofis hacia el año del mundo 2550; a partir de allí la dinastía de los lartos durante 194 años. Tras estos lo fue el de los diapolitanos durante 177 años.[30]

Herodoto enumera los reyes de Egipto a partir del año 3060. Entre ellos, en el año del mundo 3228, reinó Seton, sacerdote de Vulcano.[31] Respecto a ello debería parecer sorprendente que haya sido rey y sacerdote, y aún más sacerdote no de Júpiter sino del más vil de los dioses paganos, Vulcano, al cual se cree que le era consagrado el fuego, tanto en aquella época como en las siguientes.

Entonces, si de los años del mundo sustraemos ya los mil veinte donde Alejandro el Grande vino a Egipto, el reino del Sol o de Horus que se presenta como habiendo reinado después de Osiris, vemos que cae en el año del mundo 2608, tiempo en el cual reinó Zetes, que había sucedido a Miris, según Eusebio, para la dinastía de los lartos. Entonces con tal cálculo, del reino del Sol en Egipto, no encuentra lugar ni el de Osiris, Isis, Mercurio, Vulcano, Saturno, Júpiter, Nilo y Océano. A menos que acaso vengamos a decir que estos han reinado antes de la creación del mundo, diciendo por lo tanto: nada es en nada. Diodoro dice todavía:

Pero no ignoro que la tradición de algunos autores dice que las tumbas de estos dioses se encuentran en Nisa, en Arabia. Es por eso que se le llama Niseo Dioniso.[32] Además habría una columna dedicada a cada uno de ellos grabada con letras sagradas. He aquí lo que había escrito en la columna de Isis:

SOY ISIS, REINA DE EGIPTO,

EDUCADA POR MERCURIO.

LO QUE HE INSTITUIDO MEDIANTE LEYES, NADIE LO DISGREGARÁ.

SOY LA ESPOSA DE OSIRIS.

SOY LA PRIMERA INVENTORA DE LAS PRODUCCIONES.

SOY LA MADRE DEL REY HORUS.

RESPLANDEZCO EN LA CONSTELACIÓN DEL PERRO.

ES POR MÍ QUE HA SIDO FUNDADA LA CIUDAD DE BUBASTE.

ALÉGRATE, ALÉGRATE EGIPTO, TÚ QUE ME HAS NUTRIDO.

He aquí lo que se dice que había escrito en la columna de Osiris.

MI PADRE ES SATURNO, EL MÁS JOVEN DE TODOS LOS DIOSES.

MAS YO SOY EL REY OSIRIS, HE RECORRIDO EL UNIVERSO Y EL MUNDO HASTA LOS DESIERTOS TERRITORIOS DE LAS INDIAS.

TAMBIÉN FORMO PARTE DE AQUELLOS QUE ESTÁN EMPLAZADOS BAJO LA OSA HASTA LAS FUENTES DEL ISTER.

Y DE NUEVO HE IDO A LAS OTRAS PARTES DEL MUNDO HASTA EL GRAN OCÉANO.

SOY EL MÁS ANTIGUO DE LOS HIJOS DE SATURNO, EL GERMEN PROVENIENTE DE UN BELLO Y GENEROSO ORIGEN, CUYA RAZA ES VENIDA SIN SIMIENTE.

NO HAY NINGÚN LUGAR EN EL MUNDO DONDE YO NO HAYA TENIDO ACCESO, ENSEÑANDO A TODOS AQUELLO DE LO QUE SOY EL INVENTOR.

Se afirma que sólo se puede leer esto sobre las columnas, el resto (y por lo tanto importante) está corrompido por el tiempo. Y a propósito de estas inscripciones que se encuentran en las tumbas, seguramente casi todos convienen en ello. PUES EN CUANTO A LO QUE LOS SACERDOTES TIENEN ENCERRADO EN SECRETO, NO QUIEREN QUE SE ESCAPE HACIA LA MULTITUD, A FIN DE QUE LA VERDAD SEA IGNORADA. ELLOS AÑADIERON UN CASTIGO PARA AQUELLOS QUE LIBRARAN ESTAS COSAS AL VULGO.[33]

Cada una de estas indicaciones es tan clara que a penas necesitan prueba o una explicación más amplia. Pero incluso si algún día han existido columnas de este género en aquellos lugares, no se deduce de ello que realmente se hayan enterrado allí debajo a los dioses o a los hombres que los fabricaron como, según la letra, se les ha atribuido a Osiris y a Isis. Pero al contrario, resulta que estas columnas consagradas a Osiris y a Isis en eterna memoria, han sido hechas por verdaderos artistas en alabanza al Dios creador y distribuidor de tan grandes dones, y en testimonio de la verdad; es por lo que han querido incitar a aquellos que no fueran totalmente estúpidos a la búsqueda de las cosas ocultas.

Isis declara que es Mercurio quien la ha vuelto erudita. Es preciso que fuera así puesto que ella es toda mercurial. Se llama reina de Egipto, porque es por la orden divina de Isis y por su instigación que todo ha sido organizado en Egipto, tanto en los asuntos públicos como privados, no es que ella misma haya dado las leyes, sino que Mercurio y ella han sido la causa de su institución.

Mercurio es tomado por el todo e Isis y Osiris por las partes. Aunque se les pueda decir tres, sin embargo son dos, y en realidad uno, pues el uno toma nacimiento del otro.[34] Se considera a Isis la inventora de las producciones porque ella ha enseñado a poner la simiente del mundo en su propia tierra y a propagarla, lo que es todo un arte, no este arte rústico, muy conocido, sino más bien el arte filosófico y muy secreto.

Osiris se proclama hijo de Saturno y, afirmando su natividad, no se encuentra que mienta, pues la verdad se dice que es engendrada del tiempo que muchos, por error, piensan que es Saturno. Ha recorrido el mundo hasta la India y hasta las fuentes del Ister, es decir, del Danubio, como él mismo se gloria de ello, y así es como llegó a Retia, un rincón de Germania, y eso justamente, pues enseñó a esos pueblos del Norte a propagar su trigo.

El hecho de que haya sido producido sin ninguna simiente de su padre Saturno, da testimonio de ello. En efecto, su madre es virgen y su padre no se ha acostado con ella. Sin embargo su concepción es hecha en la naturaleza en ausencia de simiente. Esto es que él madura por el calor del dragón rojo y ardiente, y cuando se vuelve maduro, él mismo es una simiente excelente para derramar en su propia madre. En efecto, un rey es forzado a pedir a su servidor durante largo tiempo y éste al volver a su reino le exige de sus súbditos, pero entonces, él mismo no teniendo necesidad de los recursos de otros, puede sacar de su propio tesoro y del color de sus vestidos lo suficiente como para repartirlos a cada uno.

En cuanto al hecho de que los sacerdotes tengan estas enseñanzas en arcanos sin divulgar no importa a quien el significado de estos misterios y ritos, o lo que es su finalidad u objetivo, o cual es la serie de causas, si es impulsiva o eficiente, formal o material, todo esto no carece de razón. En efecto, si todo el mundo hubiera sabido que en aquel tiempo tal artificio químico se practicaba entre los sacerdotes en Egipto y que esto es lo que había provocado la organización de todas estas grandes ceremonias, hubiera habido allí un gran aflujo de todas las naciones sin contar las diferentes expediciones militares que habrían intentado y emprendido al mismo tiempo los reyes extranjeros. Por lo que los reyes y los sacerdotes de Egipto se verían implicados en una guerra sin motivo, mientras que tenían la posibilidad de gozar en silencio de sus bienes. Es por lo que fue prohibido, bajo pena capital, hacer pública cualquier cosa de estos arcanos. Lo que fue tanto más fácil de observar porque la mayor parte de los reyes habían sido escogidos entre los sacerdotes, así como los sacerdotes lo eran de entre los filósofos.

Así nadie tenía el menor conocimiento de estos arcanos excepto los sacerdotes. Y los sacerdotes tuvieron hijos sacerdotes, así como cada artesano tenía hijos artesanos. Por otro lado nadie tenía derecho a aspirar a sacerdote. Obligatoriamente cada uno ejercía la función o artesanía de su padre. Es este cálculo lo que ha hecho que incluso los otros inquilinos, excepto los sacerdotes, no hayan sospechado la realidad de esta ciencia; aún menos los extranjeros que, por el mismo motivo, eran tenidos cuidadosamente apartados de Egipto; y si lograban llegar allí se les rechazaba con infamias o poniendo en peligro sus vidas. Sin embargo más tarde, tras la llegada de las poblaciones griegas más cercanas que habían sido seducidas por la beneficencia de alguno de los reyes y que habían sido incitados por los oscuros rumores que allí circulaban, es cierto que las artes muy secretas de los Egipcios fueron propagadas en las otras partes del mundo, como disertaremos suficientemente sobre ello en adelante.

En cuanto a las otras razones para ocultar esta ciencia, son idénticas a aquellas que llevan a los artesanos a entenderse para permanecer ocultos para aquellos o aquellas que muestran interés en hacer pasar el arte por irreal al vulgo. Esto se puede leer abundantemente entre los autores. Así pues, no es necesario añadir nada más aquí sobre esta cuestión.

De Alejandro el Grande y respecto a su estancia en Egipto, se relata que aprendió de un sacerdote llamado León, como siendo el secreto de los secretos,[35] que aquellos que el pueblo tomaba por dioses no eran dioses, sino que habían sido hombres mortales y reyes de Egipto. Él habría escrito a su madre Olimpia pidiéndole que echara al fuego las cartas que le había mandado y que ella había leído. Pues como eran los mismos personajes que los griegos honraban como dioses y su arte el mismo que el de los egipcios, así como la religión importada por Orfeo o Melampo, habría sido desconsiderado que el vulgo aprendiera que sus dioses admitidos como tales no lo eran. El peligro de turbar toda la calma podría ser el resultado de ello, sin la adquisición del conocimiento del verdadero Dios. He aquí el porqué Alejandro pidió quemar la letra.[36]

Pues lo que es seguro es que el temor de los dioses, incluso si se trata de dioses falsos (pero reconocidos como verdaderos), en todo tiempo ha mantenido a la gente en su lugar, y les ha impedido dar el menor golpe a las leyes impuestas, o a la religión, o a la magistratura suprema. Esto si lo hubiera confesado este sacerdote León, sin ninguna duda que habría sido forzado a revelar todo el arte a Alejandro el Grande que entonces era dueño de Egipto.

Así bajo las fabulosas apariencias de Osiris e Isis, lo que ellos han ocultado tanto tiempo como han querido es el arte. Pues si se hubiera admitido públicamente que Osiris e Isis no habían sido ni dioses ni hombres, y que Saturno, Júpiter, Marte, Mercurio, Apolo, Diana, Venus, Vulcano no habían ni vivido ni reinado y, por otro lado, practicando para cada uno de ellos tantos ritos sagrados y profesando una tan gran veneración, los curiosos se habrían dado prisa en ponerse a husmear lo que en definitiva estaba contenido y ocultado bajo estos nombres velados. Pues parece ser que esto era totalmente ajeno a la intención de los sacerdotes egipcios y al mismo tiempo implicaba un gran peligro. He aquí porqué eran contrarios a afirmar de tales personajes que si no eran dioses habían sido hombres admitidos después en el rango de los dioses. Y así como los dioses de las más grandes naciones, celebrados por el mundo con tal culto divino, no habían sido más que hombres y reyes, se dio un motivo para que Alejandro sufriera y fuera honrado y proclamado él mismo como un dios recubierto de un cuerpo mortal.

Además del culto de Isis y Osiris, se sabe por los historiadores que los egipcios honraban a Hércules y que los misterios de Eleusis, es decir, los ritos muy secretos de Ceres, habían sido instituidos allí abajo, lo mismo que el culto a los otros dioses como Vulcano, Mercurio, Saturno, Júpiter, etc. Pero trataremos de ello más ampliamente en otro lugar.

2. LOS REYES MÁS CÉLEBRES Y SUS CIUDADES

Volvámonos ahora hacia los reyes más célebres de Egipto. Así como según la tradición sacerdotal es Mercurio el inventor de las disciplinas y las artes, así mismo para los dominios que conciernen a la vida, fueron los reyes. En efecto, antiguamente no se confiaba el reinado a un descendiente de los príncipes, sino más bien, según Diodoro, a aquellos que parecían tener más méritos en la vida humana, ya sea porque el pueblo se creaba reyes en vistas al bien común o bien por que esto fue inscrito tal cual en los libros sagrados.[37]

Él inventó que primero hubieron allí dioses y héroes cuyo reinado duró en Egipto un poco menos de dieciocho mil años, y que el último de los dioses fue Horus que recibió el poder de Isis. En cuanto a los hombres habrían reinado un poco menos de quince mil años hasta la ciento ochenta olimpiada, época en que Diodoro descendió a Egipto bajo el reinado del Ptolomeo llamado Denis, el noveno de este nombre. Pero es seguro, según la cronología del mundo, que los sacerdotes egipcios utilizaron un número preciso de años para indicar un número incierto, y que han rechazado por parte de la memoria de todos los historiadores los reinos de aquellos que no han reinado jamás ni existido realmente. He aquí las palabras de Diodoro:

El primero que habría reinado tras los dioses se dice que fue Menes, que entregó por primera vez leyes escritas a los egipcios. Figuró promulgarlas según el precepto de Mercurio, como debiendo devenir fuente de grandes bienes. Su descendencia, o sea cincuenta y dos reyes, mantuvo el reinado durante 1040 años. Después habría reinado Busiris con ocho descendientes, de los que el último también fue llamado Busiris, fundó la Ciudad del Sol según el nombre de los egipcios y llamada Tebas por los griegos. Sus murallas debían medir ciento cuarenta estadios, sus edificios estaban llenos de decoraciones y debía tener “cien puertas y cabían en cada una de ellas doscientos guardianes con sus caballos y carros”.[38] Sepamos que no solamente este rey sino también sus sucesores han contribuido con sus dones a adornar majestuosamente y a acrecentar esta ciudad. Además la decoraron con muchas estatuas de plata, de oro, de marfil y de un tamaño colosal, con obeliscos de piedra de una sola pieza, de manera que quedara más que claro que ninguna ciudad bajo el Sol ha sido decorada de tal manera.[39]

Se remarca que esta ciudad, construida por el milagro del arte y de la naturaleza y dotada de tantas obras tan preciosas como sorprendentes, ha sido consagrada en honor de Horus, es decir, de Apolo, del Sol, no del astro celeste sino del Sol filosófico producido de la tierra y elaborado por la acción de Vulcano, el último de los dioses. Ningún extranjero tenía permiso de entrar allí y verla, aunque su reputación estuviera extendida a lo largo y ancho del mundo. Por lo que los griegos que han escrito de ello no han dicho nada de cierto puesto que no han sido testigos oculares. Al contrario, han difundido por todas partes una especie de sueños y de cosas increíbles a propósito de esta Tebas egipcia de las cien puertas.

A aquellos que examinen la cosa con suficiente agudeza, sólo esta ciudad erigida por el lujo y la ostentación de riquezas puede darles un indicio suficiente y muy evidente sobre el arte químico de los egipcios. He aquí lo que escribe Diodoro:

Los sacerdotes recuentan en sus libros cuarenta y siete tumbas reales de las que sólo diecisiete se habían conservado hasta Ptolomeo Lago. Había en Egipto tal cantidad de riquezas, dicen, que en el tiempo que Cambises incendió los templos egipcios, se llevó consigo a Persia todo el oro y la plata y lo destruyó todo, el poco oro, entre otras cosas, que escapó fue igualmente de un peso de trescientos talentos y el de la plata de dos mil trescientos.[40]

Y esto debe de entenderse únicamente de Tebas. En cuanto al rey Busiris que había fundado Tebas, no hay ninguna duda de que fue filósofo y sacerdote de Vulcano, como todos los otros, incluso si su crueldad ha sido más execrada entre los griegos que su ciencia que no fue celebrada. En efecto, los griegos ponían entre el número de los trabajos de Hércules la aventura siguiente: éste habría partido desde Libia hasta Egipto, y allí, habría eliminado a Busiris, el hijo de Neptuno y de Lisianasa, o Libia, quien inmolaba a los extranjeros a Júpiter o a su padre Neptuno. Se dice que los posteriores poetas que le han imputado esto tenían en vistas la ignominia de Busiris porque es en su época cuando los griegos no tenían permiso para entrar en Egipto, del que conocían su reputación de opulencia, como ya lo hemos dicho.

3. EL REY SIMANDIO

Se encuentra también en Hecáteo y Diodoro la descripción de otras sorprendentes obras:[41] las del rey Simandio cuyo monumento en Tebas atraía las miradas no sólo por su tamaño, sino que sobresalía por su admirable arte y por la naturaleza de sus piedras. Medía diez estadios. En la entrada, la puerta tenía dos arpents de largo[42] y cuarenta y cinco codos de alto. He aquí lo que allí se encontraba escrito:

SOY SIMANDIO, REY DE REYES. QUE AQUEL QUE QUIERA SABER QUIEN HE SIDO, Y DONDE REPOSO, QUE TRASPASE LOS LIMITES DE UNA DE MIS OBRAS.

Se cuenta que hay allí otra estatua, la de su madre, hecha de una sola piedra de veinte codos. Sobre la cabeza lleva tres reinas, lo que muestra que ha sido hija, esposa y madre del rey.

Tras esta puerta había aún otro peristilo, más noble que el precedente, con diferentes esculturas representando la guerra contra los bactrienos que se habían apartado del rey a pesar del imperio de sus hijos al cual estaban sometidos. Él partió contra ellos con un ejército dividido en cuatro partes, cuatrocientos mil soldados de infantería y veinte mil de caballería.

Las esculturas de la primera parte del muro representaban el sitio a la ciudad del lado donde el río llega a mojar los muros. Después, como el rey estaba en combate con una parte de los enemigos, un león se había puesto a combatir al mismo tiempo que él y había puesto en fuga a los enemigos. Según ciertos historiadores los hechos serían auténticos y el rey tenía el hábito de llevarse la victoria utilizando los buenos servicios de un león criado en la casa. Según otros, es su propia fuerza, de cuerpo y alma, lo que se quería mostrar mediante la imagen del león cuya fuerza corporal es superior.

La segunda pared en relieve mostraba a los prisioneros sin sexo y cuyo rey tenía amputadas las manos. El significado era que estas gentes tenían un alma vil y un cuerpo imbécil.

El tercer lado lleno de esculturas variadas y de elegantes pinturas mostraba los sacrificios del rey y el triunfo sobre los vencidos enemigos.

Sobre el lado del peristilo, en medio, habían instaladas dos inmensas estatuas monolíticas de veintisiete codos, hacia las cuales habían tres accesos viniendo del peristilo. Muy cerca de estas estatuas se encontraba una habitación sostenida por columnas. Cada lado hacía dos arpents. Allí se encontraban dos tipos de estatuas de madera, de dimensión nada pequeña, uno designando a aquellos que debían tomar decisiones sobre una cosa dudosa, el otro a aquellos que otorgaban su veredicto en los juicios. Estas, esculpidas sobre una parte del muro, eran en número de treinta, y en medio se encontraba el presidente del tribunal al lado del cual estaba suspendida la Verdad, con los ojos entornados, rodeada de un montón de libros. Estas imágenes significaban que los jueces debían ser íntegros y que el pretor sólo debía tener en vistas la única verdad.

De allí partía un ambulatorio lleno de apartamentos en los cuales eran preparados diversas clases de festines de suaves gustos.

Seguidamente, más en relieve que las otras esculturas, venía el rey, con decoraciones multicolores, ofreciendo al dios el oro y la plata que anualmente había tomado de las minas de oro y plata. Incluso estaba inscrita la suma de la plata recogida: TREINTA CENTENAS Y DOSCIENTOS MIL MILLONES DE MINAS.[43]

Desde allí seguía la biblioteca sagrada sobre la que había inscrito: MEDICAMENTO DEL ALMA.

Cerca de la biblioteca se encontraba un destacado apartamento conteniendo veinte lectisternias[44] de Júpiter y de Juno, sobre la estatua del rey y donde se veía amortajado el cuerpo del rey. En torno a esta morada se disponían muchos habitáculos en los que se apercibían pinturas de los animales egipcios destinados a los ritos sagrados, y todos subían hacia el sepulcro. Estos monumentos estaban ceñidos por un círculo de oro de trescientos sesenta y cinco codos de largo y un codo de grueso, donde estaban grabados a cada lado los días del año, la salida y el ocaso de los astros y lo que esto significa según las observaciones de los astrólogos egipcios. Se cuenta que este círculo fue robado en la época de Cambises en la que los persas impusieron su dominación a los egipcios.

La extraordinaria magnificencia de estas obras del rey Simandio, que acabamos de relatar según Diodoro, ilustra con suficiente claridad (en cuanto a la manera y la forma) por qué objeto y con qué intención han sido instituidas la mayor parte de ellas, sea cual sea la manera de interpretarlas de los historiadores.

No es verosímil que el rey hubiera inscrito sobre un monumento la suma de plata y oro tomada anualmente de las galerías excavadas en las minas, como si eso fuera constante y propio de éstas y como si no se agotaran jamás. En efecto, los recursos sacados de las minas raramente son estables o idénticos. La mayor parte cambian bruscamente. Por otro lado, Simandio no habría podido adjudicarse estas obras de las que no era autor, sino solamente dispensador, pues esta gloria concernía tanto a sus predecesores como a sus sucesores. Sería muy necio si tras su muerte hiciera gravar sobre su sepulcro las riquezas que se habían desenterrado. Además, la suma es tan grande que es increíble pretender que había sido extraída de las minas cada año. ¡Esta excede en mucho a los mil millones en oro! Por lo que yo diría que en ello se oculta alguna cosa mística o bien se ha puesto un número definido para indicar lo indefinido.

Por otro lado y en cuanto al hecho de que justo después de esta inscripción se encuentre la biblioteca sagrada, es decir, el mobiliario de los libros sagrados o de los escritos redactados con letras jeroglíficas y con el título de Medicamento del alma ¿qué es lo que esto indica sino lo que Salomón (citado por el Rosario de los filósofos) dice de la sabiduría?:

A su lado todo el oro es como un puñado de arena. Y a su vista la plata se estimará como si fuera barro. Su adquisición es mejor que el comercio de la plata y el oro más fino. Su disfrute es más precioso que todos los recursos de este mundo, y todas las cosas que se desean en el mundo no merecen serle comparadas. La duración de los días y la salud están a su derecha, pero en su izquierda se encuentran la gloria y las infinitas riquezas. Sus vías son las operaciones bellas, loables y no despreciables, sus senderos son moderados, no apresurados, sino acompañados de la constancia del trabajo diario. Es un bosque de vida para los que la toman, es una luz indefectible. ¡Dichosos aquellos que la han poseído![45]

Estas palabras ciertamente se pueden interpretar de la Sabiduría eterna que es el Cristo. No obstante, visto que más bien deben comprenderse de cosas terrestres, puesto que, para mí, casi todas las circunstancias así lo indican, el autor es un príncipe cuyo elevado poder es de elección de primera, y cuya doctrina tanto filosófica (como aquí es el caso) como teológica es destacable, y ello hace de él un hombre tan glorioso; él me confía las dotes paralelas de la medicina de oro poniendo en medio mismo estas palabras más grandes que toda consideración excepcional.

Es lo que parecen apuntar también estas dos estatuas erigidas y esta exposición alegórica de una guerra que habría dirigido un rey equivalente a un león.

En cuanto a las partes vergonzosas de las que los enemigos son privados, incluso sin negar que ciertos elementos puedan relacionarse con hechos históricos, normalmente indican alguna cosa heterogénea de donde nuestro sujeto toma nacimiento y propagación, y una vez que es despojado de ella por la obra de Vulcano, acontece el triunfo del rey proveído de una fuerza de león.

No añadimos nada a propósito de estos jueces, del pretor y de sus representaciones jeroglíficas. Probablemente estas podrán explicar mejor a nuestro presente tema que a los procesos de los juicios conocidos por el pueblo. Pues aquí lo que se busca es la verdad y allí es la justicia. También se refieren a ello los diferentes manjares allí depositados.

4. LOS SUCESORES DEL REY SIMANDIO, Y DE LOS CUALES SESOSTRIS

De la descendencia del rey Simandio procede Ogdo Uchoreo que fundó Menfis, la más célebre de todas las ciudades de Egipto, con un contorno de cincuenta estadios.

Tras su muerte ocuparon el trono doce de sus descendientes. El último fue Miris. Tras él, el séptimo descendiente nombrado rey es Sesostris, que sobrepasó a todos sus predecesores en gloria y en grandiosas empresas. Dejaremos de lado su educación y sus hazañas. Sólo tendremos en cuenta de él algunos elementos que se aplican a nuestro asunto. Muchos autores afirman que en el nacimiento de Sesostris Vulcano predijo a su padre que el niño engendrado comandaría todo el universo. Además protagonizó muchos hechos sorprendentes y sucesos militares al vencer en las Indias y en otras partes del universo; fabricó un navío de cedro de doscientos ochenta codos, forrado de oro en el exterior y de plata en el interior, que entregó como ofrenda al dios más venerado en Tebas. En Menfis, en el templo de Vulcano, puso estatuas monolíticas de él y de su esposa que tenían treinta codos de altura. Las que hizo poner de sus hijos tenían veinte. He aquí la razón: los cuatro reyes o jefes que había vencido, a los cuales había confiado reinos, o que había encargado en diferentes provincias, cuando venían a Egipto el día prescrito para hacerle ofrendas, los ataba a su carro y los utilizaba como si fueran caballos si iba al templo o si atravesaba la ciudad.

Reinó treinta y tres años. Su gloria fue tan duradera y pasó siendo tan inmensa a sus sucesores que muchos siglos después, cuando, en plena dominación persa, Darío, el padre de Xerxes, quiso poner su estatua en Menfis delante de la de Sesostris, el jefe de los sacerdotes se opuso públicamente, protestando que Darío con sus obras no había igualado aún a Sesostris. El rey de ningún modo se enfadó por esta reclamación sino que al contrario, encantado por esta libertad de palabra, dijo que procuraría alcanzar una virtud no inferior a la de Sesostris si también vivía durante tanto tiempo, e insistió en que se le relatara las hazañas cumplidas por Sesostris a su misma edad.

Después hubo Amasis, Actisanés el etíope, y de nuevo Miris, que fundó un laberinto, obra destacable. Es un laberinto parecido al de Dédalo, que se dice que fue construido para el rey Minos de Creta. Pero en el tiempo de Diodoro el de Creta había desaparecido mientras que el de Egipto había permanecido intacto. Tras él fue Cetes, llamado Proteo por los griegos; después, Chemnis, el octavo tras él, que reinó cincuenta años y construyó la pirámide más grande. Le sucedieron Chabreo y después Micerinos, constructores de las otras pirámides. Otros afirman que el que construyó la pirámide más grande fue Arméis, la segunda Amasis, la tercera Masus; algunos pretenden que esta pirámide fue la tumba de cierta Ródope, una cortesana, y que esta realización habría sido obra común de los príncipes que habían sido sus amantes.

Después de esto fueron los reinados de Bochoro, después de Sabaco que recibió en sueños la orden de matar a todos los sacerdotes, si quería reinar correctamente. Por miedo a perpetuar un crimen así abdicó voluntariamente y se exilió en Etiopía.

Entonces Egipto fue gobernado por doce pares, entre los cuales Samético (se menciona su reinado en el año del mundo 3278) que obtuvo la monarquía. Este fue el primer rey egipcio en dar permiso a las otras naciones para importar de lo que allí había garantizando la seguridad a todos los que llegaban. En efecto, en tiempo de los precedentes reyes, los extranjeros no se arriesgaban jamás a navegar hacia Egipto, pues o bien se les mataba o se les reducía a esclavitud. Del tiempo de Busiris, dice Diodoro, la actitud impía que se conservaba hacia los extranjeros en Egipto dio a los griegos un motivo, muy poco cierto, pero afirmado por su crueldad, para escribir lo que se dice de él en las fábulas.[46]

Tras Samético reinó el cuarto descendiente. Le siguió Apriés, que murió estrangulado, después Amasis. Es en su época (la de Polícrates, el tirano de Samos) que Pitágoras volvió a Grecia. Amasis reinó cincuenta y cinco años (según otros cuarenta y cuatro); después Samenités, seis años. Fue entonces cuando Cambises, rey de los persas, tomó Egipto por las armas, alrededor del tercer año de la sesenta y tres olimpiada. Pero hubo allí cuatro etíopes que reinaron no de manera continuada, sino interrumpidamente cerca de treinta y seis años; los persas a partir de Cambises, ciento treinta y cuatro años. Los últimos fueron los macedonios y sus sucesores, que tuvieron el poder en Egipto durante doscientos setenta y dos años. En cuanto al tiempo restante fueron cuatrocientos setenta hombres y seis mujeres los que reinaron en Egipto.

De las obras y hechos de los principales reyes nombrados hasta aquí, sin contar lo que había sido dicho antes, sobresale manifiestamente que aún en el tiempo de Diodoro existían vestigios no muy oscuros del arte químico en Egipto. Incluso si él no observara esos vestigios con este objetivo, puesto que ya entonces eran muy desconocidos, nosotros que también estamos instruidos por otras fuentes de indicios, remarcamos que la verdad resplandece allí de manera muy evidente. En efecto, ¿por qué otro motivo el primer templo de Vulcano fue en Menfis? ¿Por qué sus ritos sagrados eran tan secretos y se consideraba que no podían ser accesibles a nadie? Es más, ¿por qué se llamaba a los reyes sacerdotes de Vulcano mientras que en los otros pueblos que tenían fe en este dios no se le rendía un honor tan primordial, sino que se le relegaba siempre al último lugar detrás de los otros? ¿Por qué Egipto no era accesible a los extranjeros sino porque los egipcios creían tener más riquezas entre ellos que lo que los extranjeros podrían aportarles, y que ellos poseían en abundancia en aquel momento todo lo que era vital para ellos? ¿Por qué esta cantidad de obras increíbles y sorprendentes de las que el mundo jamás ha podido imitar su cualidad ni en la época ni hasta el presente, a pesar de los inmensos trabajos y los gastos más que reales? ¿Por qué haber dejado todo esto a la posteridad si no fuera por el hecho de un arte eficaz y si no fuera para demostrar la verdad? ¿Por qué los sacerdotes debían recibir ante el mismo rey el tercio de los productos y de las tasas, si no fuera esta la causa que hacía que se nombrara a los reyes tomándolos de entre ellos, que promulgaban las leyes, y que es por ellos que tenían lugar los ritos consagrados a Vulcano, es decir que se practicaba el arte químico por la obra de Vulcano?

IV. LOS JEROGLÍFICOS Y LAS PINTURAS DE ANIMALES

A esto se añaden los jeroglíficos o las pinturas de animales que no estaba permitido explicar a nadie.

Incluso si otros editaran un volumen entero sobre la cuestión, ignoro si ello contendría otra cosa que las materias más abiertamente vulgares y conocimientos superficiales. No ponemos en duda que se puedan buscar enseñanzas morales, símbolos de las virtudes y los vicios, o ciertos rudimentos naturales del gran mundo. No importa quien los pueda interpretar así según su propio genio y estimar que es así como se les comprendía, ¡pero suponemos que esto no es suficiente importante como para justificar por qué el mundo ha sentido una tal mutación en el dominio religioso, por qué se han practicado tantas ceremonias, fiestas solemnes, ritos y misterios, por qué se han promulgado tantas leyes, por qué se han inventado las nuevas letras, y por qué razón se ha envuelto cada cosa de tinieblas y silencio, y finalmente por qué se mantenía a los extranjeros a distancia, y por qué se castigaba con el suplicio capital a los reveladores de los misterios!

De estas innumerables pinturas jeroglíficas de animales escogeremos al menos las principales, y que han provocado la incorporación de las otras. Nosotros las aplicaremos a lo que ha sido dicho antes y a lo que se deberá decir después, puesto que es sólo a esto a lo que se refieren.

1. APIS, EL BUEY SAGRADO

A pesar del número de historias que los egipcios han escrito, hay una que es unánime: es la que se cuenta de Apis, el buey sagrado. Lo que relataremos de ello viene de Diodoro de Sicilia, así como para la mayor parte de los otros sujetos:

Añadiremos todo lo que hemos anotado sobre el cuidado con el que se envolvía al toro sagrado al que llamaban Apis. Desde que es muerto y que es enterrado con magnificencia, los sacerdotes escogidos especialmente para ello buscaban un buey totalmente parecido al primero. Cuando lo encontraban el pueblo cesaba su duelo. Los sacerdotes a los que incumbía esta tarea llevaban primeramente al buey a la ciudad del Nilo. Allí lo alimentaban durante cuarenta días. Después lo introducían en un barco cubierto, proveído de un habitáculo de oro y lo conducían como a un dios a Menfis. Allí lo instalaban en el templo de VULCANO. En esos días sólo veían al toro las mujeres que se mantenían de pie delante de su cara y levantaban sus vestidos para mostrarle sus afeitados muslos. El resto del tiempo estaba prohibido acceder a la vista de este dios.[47]

Otros[48] añaden que se debía buscar que este toro fuera de color negro y que debía tener una marca blanca especial, una mancha en forma de Luna creciente y cornuda sobre la frente o sobre uno de los flancos, y que en el resto no podía tener la menor mancha.

Pero tras haberlo alimentado y venerado durante cuatro años en el templo de Vulcano, se le sumergía vivo y con gran solemnidad en cierta fuente. Entonces se instalaba su cadáver en una suntuosa tumba, después de haber tomado el nombre de Serapis.[49]

Después los sacerdotes, como anteriormente, buscaban escrupulosamente en todo el reino de Egipto un toro del mismo color y marcado con las mismas manchas. La magnificencia de los palacios llamados dormitorios que se construyeron para este toro en Menfis, en el templo de Vulcano, la diligencia con la que se ocupaban y lo alimentaban, la reverencia y la adoración cuando lo escoltaban, se puede notar aquí y allá en diferentes autores.

Diodoro atestigua que esta costumbre de adorar un toro, observada durante numerosos siglos, había perdurado hasta su época. Y si nos inclinamos sobre la idolatría que el pueblo israelita, al salir de Egipto bajo la conducción de Moisés, había organizado en el desierto con el permiso de Aarón, si consideramos cómo fabricaron un buey de oro, si examinamos los honores divinos que le rindieron danzando a su alrededor según el rito egipcio, notaremos que fue mucho tiempo antes de aquel momento que el culto a Apis había sido adoptado en Egipto. En efecto, es hacia el año 2454 del mundo, hacia el 1509 antes de Jesús-Cristo, que Moisés hizo salir de Egipto al pueblo de Israel. Pues Diodoro de Sicilia visitó Egipto en el año del mundo 3907, en el 55 antes de Jesús-Cristo. De este cálculo resulta que el intervalo de tiempo entre la salida de Moisés y el viaje de Diodoro es de 1453 años, durante los cuales (y mucho tiempo antes y después) el culto ritual del buey ha perdurado en Egipto.

LA RAZÓN DEL CULTO A LOS ANIMALES

En cuanto a los motivos por los cuales fue instituido este ritual, los mismos egipcios lo ignoran, vista esta antigüedad tan remota. Es por lo que proponían motivos tan diferentes al pueblo. Así se expresa Diodoro en la obra ya citada:

Algunos cuentan que la razón de este honor y este celo hacia el buey es que el alma del difunto Osiris habría transmigrado a un buey. Después habría continuado transmitiéndose a los descendientes. Según otros, cuando Tifón hubo matado a Osiris, Apis habría reagrupado sus miembros y los habría almacenado en un buey de madera recubierto con un cuero de buey blanco, y es por esta razón que la ciudad es llamada Busiris. Se cuentan tantas otras fábulas sobre Apis, que sería largo relatarlas una a una. Pero propagando todas estas historias, ya sean increíbles o bien más creíbles, sobre los honores rendidos a este género de animales, han sembrado una duda, y no pequeña, entre aquellos que buscaban los motivos. Como ya hemos dicho los sacerdotes poseían ciertos escritos bastante secretos. Muchos egipcios dan tres razones.

La primera es totalmente fabulosa y digna de la simplicidad de los antiguos. Ellos dicen que los primeros dioses eran un pequeño número y desiguales en fuerza, comparados con el pueblo. Temiendo la impiedad de los hombres se metamorfosearon en ciertos animales. Así escaparon a la fuerza y a la crueldad de los hombres. Una vez conseguido el gobierno del mundo, quisieron agradecer a los animales que les habían dado la ocasión de salvarse y consagraron a aquellos de los que habían asumido la forma mostrando por este pacto cómo debían ser alimentados durante su vida y enterrados tras su muerte.

La segunda explicación es esta: se cuenta que los antiguos egipcios que no tenían ninguna doctrina militar, eran muy a menudo sobrepasados en la guerra. Entonces imaginaron llevar alguna cosa especial que los soldados seguirían. Sus jefes, pues, llevaron a la guerra las figuras de animales que en el presente se adoran. Gracias a esto todo combatiente conocía su rango y lo conservaba. Es así como obtuvieron la victoria. Entonces se creyó correcto rendir gracias a estos animales en tanto que autores de la victoria, y se decidió que era nefasto el matar a alguno de ellos: esto sería destruir su imagen. Más bien se les había de rendir culto y colmarlos de honores.

El tercer motivo que se alega es la ventaja que estos animales aportan a la vida cotidiana de los humanos. La vaca engendra los bueyes que trabajan la tierra; ella misma no es inútil para los trabajos. Los carneros hacen dos pequeños, producen la lana que tiene diversos usos, dan leche y nos suministran el queso en abundancia. El perro también es útil en la casa como guardián. Es por lo que el dios llamado Anubis está representado con cabeza de perro para indicar que ha sido el guarda del cuerpo de Osiris y de Isis.[50]

Si estas explicaciones no han satisfecho al pagano Diodoro, que no ha conocido al verdadero Dios ni podido distinguirlo de los falsos dioses, y que aún menos ha conocido cosa alguna de la verdad química, sino que, al contrario, le han parecido impotentes para explicar un tal gasto de energía, aún menos podrían satisfacer a nuestro paladar, que hemos sido instruidos de otra manera, tanto en la verdadera religión de Dios como en el estudio de la quymia.

Se las tomará como cuchufletas poco dignas de ser relatadas puesto que son ajenas a toda razón y a toda experiencia. Mientras que los verdaderos motivos serían esclarecidos por su propia luz. Pero como no se debía ni se podían dar, era preciso que el pueblo los ignorara, o que los sacerdotes cómplices de la cosa, forjasen explicaciones para la forma o como pretexto.

Como los más sabios encontraban estas razones absurdas, es normal que estos se burlaran de la estupidez de la que los egipcios hacían gala en su devoción religiosa. Por lo tanto nadie lo discutirá, los egipcios fueron los primeros en inventar y practicar gran cantidad de artes y ciencias, se les ha considerado y alabado siempre como gentes muy precavidas y de un genio de lo más sutil. Entonces ¿cómo habrían llegado ante otros pueblos con pueriles delirios concernientes a estos cultos de bestias brutas si debajo no hubiera otra razón más secreta que no se podía revelar?

Los sacerdotes estaban al corriente de la verdad, pero mudos por el temor a la religión y a la pena capital, no abrieron nada de estos grandes secretos. Los otros egipcios, los laicos, ya fuesen letrados o profanos, no han sabido ver el menor indicio de la verdadera razón. He aquí el porqué escribiendo no han podido revelar a los otros más que las fábulas y las cosas fabricadas para la apariencia. De manera que cuanto más se equivocaban y se alejaban del objetivo en su búsqueda de los verdaderos motivos, más se alegraban de ello los sacerdotes y todo iba en el sentido que ellos querían. Pues como estaban persuadidos de que el dios creador de todo podía ser reconocido y honrado a través de sus criaturas, la idea que el pueblo, que tiene una imaginación errónea, pueda aprender de otra forma su religión, no les preocupaba mucho, tanto más cuando suponían que un cambio de este género sería muy peligroso para ellos mismos. Por lo demás, a partir del momento en que se silenciaba la verdadera razón del culto a los animales, era necesario dar oficialmente todas estas falsas explicaciones que mutuamente se fastidiaban y se anulaban.

A decir verdady respecto a esto, Diodoro confiesa que existían ciertos escritos entre los sacerdotes desconocidos aún para los otros. ¿De qué naturaleza eran estos secretos para que se les pudiera llamar regularmente medicamento del alma? ¡ya lo ha descubierto el día siguiente![51] Adiós pues, a estas tres explicaciones dignas de hacer reír a los niños y sin la menor concordancia con la verdad. ¡Que lo crea quien quiera! En cuanto a nosotros son otras las razones que se nos dan a conocer.

Por el contrario, si han sido dichas bajo el velo de la alegoría podrían mantenerse acordándose con la primera que, aunque absurda en cuanto la letra, corresponderá más al sentido de la verdad. En tanto que dioses químicos, Osiris, Isis, Mercurio y Vulcano temían a la impiedad de los hombres. Rehusaron el estilo presente de sus operaciones sin hacer distinción entre ellos. Las velaron bajo la ficción y la figura de los diferentes animales como bajo una piel,[52] para que no fueran reconocidas más que por aquellos que estaban al corriente o por personas dotadas de razón.

En efecto, no era seguro confiar abiertamente por escrito los más grandes secretos de la naturaleza a los papiros del Nilo o a los pergaminos de animales. Parece ser que sobre todo tomaron la resolución de comunicarse entre ellos utilizando los caracteres esenciales sacados de los animales, de manera que los auditores simples o espectadores no supiesen, sino que aquellos que sabían no lo ignoraran.

LA EXPLICACIÓN DEL CULTO AL BUEY APIS

Para poner esto más evidente vamos a examinar brevemente al caso del buey Apis. ¿Por qué se le rendía un culto tan diligente? Después habrá que hacer el mismo razonamiento respecto a los otros cultos.

Este buey negro es un jeroglífico. Es la indubitable expresión de la verdadera y única materia filosófica, como resalta de las numerosas propiedades y alegorías comunes a los dos. Incluso si no hubiera ninguna particularidad natural, el simple hecho de haberlo designado voluntariamente bastaría. Pues no sería razonable querer buscar curiosamente la razón de todos los vocablos y de todas las nociones de los especialistas. Probablemente la misma cosa tiene tanto más su lugar en los jeroglíficos de animales como en los caracteres y las marcas de las letras. Pero por más que esté permitido sospecharlo, si para el culto se escogió preferentemente al toro entre otros animales, llamándole Apis, es porque, por un lado, es conocido por su destacable utilidad, su fuerza, su amansamiento y la superioridad de su naturaleza, y le puede incumbir una gran parte de la agricultura: la labranza, el rastrillaje, el vareo y todos los trabajos más penosos. Por otro lado, es porque puede expresar la viva imagen de la Luna creciente mediante sus cuernos y por las marcas blancas sobre su negro cuerpo. Además es de un color especial, de naturaleza manejable, y cuando se quiere encontrar uno, no es tan raro.

Quizás existan otras propiedades que otros señalen. Para nosotros estas son suficientes: este buey es la representación visible y accesible a los sentidos de Isis y Osiris. Sí, gracias a esta imagen lo que es significado por este buey viene fácilmente al espíritu del inteligente.

Evidentemente se podría cuestionar: ¿era realmente necesario instaurar un culto de este género? ¿No se podría practicar el arte químico sin este? A lo que respondo que dos móviles o causas primeras han llevado a la introducción de estas ceremonias y estos ritos.

La primera y principal es que se quería que los sacerdotes que estaban en la cuestión diesen gracias cotidianamente a Dios, supremo creador y dispensador de tan grandes regalos, a la vista de este animal en tanto que objeto visible y casi secretamente. Este símbolo exterior debía recordarles dirigir hacia Dios los movimientos interiores del corazón. Y los sacerdotes más jóvenes que aún no habían alcanzado una ciencia perfecta en este dominio debían ser iniciados, por estos caracteres jeroglíficos, en la búsqueda de lo que era más oscuro. Pues se puede creer que los discípulos de los filósofos se ejercitaban uno a otro mediante estos rudimentos, buscando y considerando las imágenes o las figuras de las cosas y de los animales, hasta llegar a ser perfectos contemplativos[53] antes de poner mano a la práctica. Pues así mismo como el espíritu retiene más fácilmente lo que la mano ha tocado primeramente, así mismo lo que el espíritu ha meditado bien, la mano lo expresa después de manera más apta.

La segunda causa, que es secundaria, concierne al vulgo: para que sea mantenido, aunque ignorando lo que es, en esta práctica y en la veneración de este animal ejecutando las leyes y que no se ponga a hacer búsquedas en las actas y escritos de los sabios que tratan del arte químico. Pues si, paralelamente a este dominio, no hubiera ningún culto exterior, estos sacerdotes no hubieran sido conocidos como sacerdotes sino como artesanos químicos, y cualquiera se pondría a hacer preguntas por curiosidad sobre sus trabajos y sus logros.

El pretexto de la religión les evitaba este temor, incluso si eran siempre ellos los que en el templo de Vulcano mantenían el fuego que velaban noche y día. Ciertamente es una cosa sagrada la que lo exigía así: esto bastará al inteligente.

Igualmente por el toro se indica la materia filosófica. Nuestras explicaciones sobre Isis y Osiris lo hacen resaltar suficientemente. Por Apis se entiende a ellos, puesto que se dice que el alma de Osiris migra en Apis que, una vez muerto, es llamado Serapis y que se han tenido que rendir a Apis todos los honores que los egipcios debían a Osiris e Isis.

Además a continuación, es esta misma materia la que los griegos han insinuado siempre mediante sus bueyes. Esto se ve en el toro de Minos o Minotauro encerrado en el laberinto de Creta y vencido por Teseo gracias a Ariadna. Resalta también en los bueyes de Hércules robados de Hesperia o de Iberia al Gerión de tres cuerpos (hijo de Crisaor, nieto de Medusa por la sangre), es decir, de los Pirineos evidentemente. Es el caso de los bueyes del Sol alimentados en Sicilia, los toros puestos bajo el yugo por Jasón, y tantos otros casos del mismo tipo.

El color de este buey Apis debía ser negro por la misma razón. El negro más negro que el negro es el comienzo del arte.[54] Apis debía de tener en la frente o en uno de sus lados la mancha blanca de la Luna creciente, pero el resto sin la menor mancha, y se buscaba uno joven, un becerro, sano y de buena raza, por la sencilla razón de que el frescor de la juventud es requerida en la materia filosófica como para los huevos que se han de incubar. Y lo mismo que los huevos de las gallinas que son puestos sin que esté allí el gallo son inútiles, así mismo el sujeto filosófico, Apis, sin la imagen de la Luna creciente no sirve prácticamente para nada.

Apis no pasa de los cuatro años: se le ahoga y se busca otro en su lugar, al que se alimenta, se venera y ejecuta de la misma manera. Esto es porque necesariamente debe permanecer joven. En efecto, es el proceder de la filosofía que al ser cumplida tres o cuatro veces, Tifón vuelve a destruir a Osiris, e Isis reúne de nuevo los miembros de su esposo.

Otros dicen que Isis y Osiris son la Luna y el Sol celestes,[55] y si Apis es señalado con las mencionadas manchas, sobretodo es porque está consagrado a ellos. Pero esas personas no han visto jamás el Sol y la Luna de los filósofos, ni siquiera a través de la sombra. Es decir, hasta qué punto son mochuelos para este Sol que incluso brilla en la noche para los inteligentes a pesar de estar cubierto de tinieblas para los ignorantes. En efecto, Hermes dice:

La cabeza del arte es el cuervo que vuela sin alas en la negrura de la noche y en la claridad del día.[56]

Además, el habitáculo de oro donde se mantenía a Apis, el templo de Vulcano donde era alimentado y todos los otros ritos de su culto, atestiguan la misma cosa. Así como el buey esculpido indicaba el caos filosófico, conteniendo el todo, las figuras de otros animales expresaban las partes del todo, es decir las de la operación, vista la diversidad de naturaleza de cada una.

Cuando el vulgo egipcio observó estas figuras pintadas o esculpidas al mismo tiempo que a Apis sobre las pirámides, las columnas, las estatuas, los templos y todos los lugares, y vio que los sacerdotes tenían hacia ellas la misma actitud de respeto y de silencio, también empezó a rendir culto a todas estas bestias en el mismo sentido y con el mismo cuidado que a Apis. He aquí el origen y la raíz de la insensata superstición de los egipcios. Su culto a los animales y a plantas de todo tipo partió de Apis y sus jeroglíficos, para extenderse y fijarse en sus mentalidades.

Desde el momento en que la ignorancia del vulgo hizo que tomara el signo por lo significado, como un perro bilioso que confunde la piedra que se le lanza con el lanzador, permanece apegado a la superficie y descuida los elementos interiores que deberían ser percibidos por el intelecto y no por los ojos. Y mientras que intenta atrapar la sombra pierde la esencia de la cosa. Así, de la superstición ha nacido la superstición y el error ha engendrado el error, ante los sacerdotes que cerraban los ojos delante del fenómeno por las razones anteriormente dichas.

En lo sucesivo fue imposible extirpar tal prejuicio instalado con la leche materna, a menos que se mostrara la verdad, aspecto este por el que habían sido organizadas las innumerables e inmensas cosas de este género desde los tiempos más remotos. Pero eso no habría podido ser más nefasto. Así es como tomando ejemplo de Menfis, donde adoraban al buey, casi cada ciudad egipcia adoptó su animal particular como potencia divina y empezó a venerarlo. Cada una quiso tener su nombre para señalar su origen divino. Así, Bubaste tomó su nombre del buey, Leontópolis del león, Licópolis del lobo y así las demás.

En este sentido Estrabón escribe de estos egipcios y de sus diferentes cultos a los animales:

Las gentes de Sais y los tebanos honraban sobre todo a un carnero, los latopolitanos a un largo pez del Nilo,[57] los licopolitanos a un lobo,[58] los hermopolitanos a un cinocéfalo, los babilonios que estaban instalados en Menfis a una ballena, los tebanos a un águila, los leontopolitanos a un león, los mendesienes a una cabra y a un cabrón, los atribitas a un ratón y a una musaraña.[59]

2. LOS OTROS ANIMALES HONRADOS COMO A DIOSES

Sin embargo como algunos egipcios ponían en escena un inmenso número de dioses, no pasaremos revista a todos los jeroglíficos de animales. Dejaremos de lado una buena parte de ellos para centrarnos en los principales, como el perro, el lobo, el gato, el león, el cabrón, el ichneumón, el cinocéfalo, el cocodrilo, el gavilán y el águila.

EL PERRO Y EL LOBO

El perro es atribuido a Mercurio, en tanto que guardián, es el jeroglífico que le es propio. Se pintaba a Mercurio con una cabeza de perro y se le llamaba Anubis, como dios singular de Egipto. Pues así como por todas partes se emplaza a Mercurio como consejero o servidor de Osiris e Isis, así mismo el perro, que no tiene par en cuanto a sutilidad de los sentidos, es tenido para consagrarlo. De donde Virgilio llama Anubis al ladrador o al que emite ladridos de perro. He aquí el verso:

Toda clase de prodigios de los dioses y el ladrador Anubis.[60]

Para el culto del lobo la tradición cuenta diferentes motivos. Según algunos es porque se parece a un perro, para otros es porque debiendo combatir Isis al lado de su hijo Horus, Osiris habría venido de los infiernos en forma de lobo en ayuda de su esposa y de su hijo contra Tifón.

Otros inventaron diferentes razones. Pero la verdad aparece suficientemente clara según las circunstancias. La introducción del lobo como figura tiene la misma causa que la del perro. Como se ha dicho, Anubis y Macedón representaban los hijos de Osiris. Uno llevaba en sus armas las insignias del perro y el otro las del lobo. Este Anubis es tomado por Mercurio, que es o bien el consejero, o bien el servidor de Isis, y no su hijo. Se dice además que Horus es el único que ha nacido de Osiris y de Isis. Ciertamente si esto se toma por realidad histórica en la que se trata de hechos o de personas, se desmiente por sí misma.

Por lo demás, el perro y el lobo jeroglíficamente no designan otra cosa que dos partes de un mismo sujeto, de los que una es más amansable y tratable, es decir, menos fugaz, y la otra más feroz y más fugaz. Cuando la materia filosófica es representada en Anubis con cabeza de perro, es designada bajo su aspecto más estable y más fijo; cuando se la representa en Macedón con cabeza de lobo, es su aspecto más volátil. Pues Rasis dice en su Epístola:

Nuestro lobo se encuentra en Oriente y el perro en Occidente. Éste ha mordido a aquel y aquel ha mordido a éste y los dos se vuelven rabiosos y se matan mutuamente hasta que de ellos se hace un veneno y una teriaca.[61]

He aquí de dónde viene que Isis atestigüe de ella misma, en la inscripción de su columna, que ella resplandece en la constelación del Perro. Y el autor de los Versos germánicos dice:

Alejandro escribió de Persia que el lobo y el perro han sido educados en esta arcilla. Por lo tanto el filósofo nos indica que ellos tienen cada uno un solo origen, es decir, que el lobo proviene de Oriente, pero que el perro tiene nacimiento en Occidente.[62]

EL GATO, EL LEÓN, EL MACHO CABRÍO Y EL ICHNEUMÓN

Se estima que el gato estaba consagrado a Isis por la misma razón. Isis era asimilada a la Luna celeste y a la naturaleza femenina. Pues el gato parece poseer los cambios lunares en sus ojos capaces de crecer o de decrecer. He aquí de donde viene el preponderante culto al gato de los egipcios supersticiosos, y he aquí el por qué matar a un gato merecía entre ellos la pena capital. Diodoro cita los ejemplos: cuenta la historia de un plebeyo romano y de un rey persa que fueron masacrados por lanzar injurias a un gato.[63]

En cuanto al león, ellos lo han puesto como rey de los animales. Éste sería de una naturaleza victoriosa, cálida e ígnea y viviría de la sangre de los otros. Por todo ello designaban el azufre significado por la piel del león.[64] Este asunto lo omitimos aquí, pues es notorio, y lo habremos dicho repetidamente en estos presentes libros.

Se remarca que el cabrón designa la misma cosa que Tifón, Príapo, el Falo, los sátiros y los titanes, puesto que este animal está inclinado a la libido, como sobresale en tercera Égloga de Virgilio:

Sabemos quien te ha… mientras que los machos cabríos miraban en oblicuo, y en qué santuario, pero las ninfas fáciles han reído.[65]

De allí se le toma por el miembro de la generación que ha sido arrebatado a Osiris o a su padre Saturno o a su abuelo el Cielo. Y se le considera como consagrado a Baco que es Osiris; igualmente es el falo del que se hablará más adelante.

Por lo que se refiere al ichneumón, su representación recuerda a una rata. Algunos lo llaman “rata india”. Se dice que le hace guerra sin cuartel al cocodrilo. Como este animal le es infinitamente superior en fuerza y dimensiones, él ataca a este enemigo con astucia: salta al interior de su garganta mientras está dormido y lo abate devorando sus entrañas.

No hay ninguna duda de que los primeros antiguos que utilizaron a este animal como carácter jeroglífico tenían un buen motivo para ello. Es más que notorio, ¡y cuánto! Algo parecido sucede en este artificio natural, es decir, que uno que es fijo, asesina al otro que es volátil y así, de cada uno de los dos se hace teriaca la medicina de oro.

EL CINOCÉFALO, EL BAVIAN Y EL COCODRILO

En cuanto al cinocéfalo no hay símbolo más corriente en Egipto, y esto es debido a la naturaleza de este animal que Isidoro describe así:

El cinocéfalo es un monstruo con cabeza de perro.[66]

Se cuenta (en el libro De la Naturaleza de las cosas) que se le llevó uno al rey de los francos, Luis. Tenía la cabeza casi de perro pero los otros miembros eran como los de un humano. Sus piernas, sus manos y sus brazos estaban desnudos como los de un hombre, su cuello era blanco y desnudo pero tenía el dorso peludo. Se mantenía en pie como un humano. Tomaba el alimento con las manos y se lo llevaba a la boca tan decente y pulidamente como un hombre.

Agustín habla de ello en La Ciudad de Dios,[67] y Tomás Valois ha añadido que Agustín entendía por cinocéfalo a Mercurio, es decir, al Hermes egipcio. De donde dice también:

Verdaderamente estoy sorprendido si ella, es decir, la madre de los dioses Rea, ha engendrado un cinocéfalo que ha venido de Egipto mucho tiempo después. Del resto, Isidoro[68] dice que es este Mercurio o Hermes que había sido formado con cabeza de perro. En efecto, el perro es un animal de lo más inteligente y el mismo Mercurio era de lo más sabio.[69]

A este animal se le parece mucho (si no es que es el mismo animal) aquel al que llaman bavian, cuya mímica es tan variada como la de un mono y cuyo comportamiento es sorprendente. El motivo es evidente después de lo que ha sido dicho anteriormente, y otros añaden que orinando repetidamente expresa las veinticuatro horas del día natural, representando así el movimiento circular del Sol.

En lo que concierne a los cocodrilos y su culto, los motivos que la tradición de los egipcios nos da son particularmente absurdos. Ellos protegerían la patria contra los pillos. El temor a estos cocodrilos los mantendría por fuerza lejos del Nilo. Como si los cocodrilos pasando su tiempo bajo el agua fueran más capaces de repeler al enemigo que a los mismos egipcios invadidos y desamparados ante la tiranía de estos cocodrilos sin encontrar jamás la seguridad. El cocodrilo es más rapaz y sanguinario que todos los pillos. Entonces ¿no habría que temer (en el agua como en la tierra) que atacara antes al los egipcios que a los extranjeros?

En cuanto a Menes, un cocodrilo lo habría transportado a través del pantano Moeris, cuando sus perros lo perseguían. Es por lo que recomendó venerar a este animal como a un dios y de ello construir la ciudad llamada Cocodrilópolis. Pero todo esto es totalmente increíble. No es el mérito de unos animales quien ha podido producir esto, sino más bien un significado físico secreto, no conocido por todos. Tan seguro como cierto. En efecto, este animal vive en las aguas y sobre la tierra y es el único cuadrúpedo que pone un huevo. Es por lo que representa verdaderamente el huevo filosófico que, aunque imperfecto, contiene en su interior todo lo que le es necesario.

EL IBIS, EL GAVILÁN Y EL ÁGUILA

La misma razón se aplica al ibis al que se estima como muy provechoso en Egipto pues atrapa las serpientes. Se cree que este pájaro era consagrado a Isis y a Mercurio por los dones secretos que la naturaleza le ha otorgado, ya sea porque alimentándose de cosas venenosas vuelve el aire más saludable y procura a los vivos una vida más segura, o bien porque inyectándose él mismo una lavativa se cura de las obstrucciones intestinales.

El gavilán está consagrado a Osiris porque se ve en él un pájaro solar, no solamente a causa de la agudeza ocular de la que está provisto, sino también por su naturaleza ígnea propensa a la guerra; es por lo que este versículo de Ovidio dice:

Nosotros detestamos al gavilán pues siempre está en armas.[70]

Es esta fuerza marcial que le hace apresar a los otros pájaros y convertirlos en sangre para él.

Pero a la cabeza de todos ellos está el águila al que se reconoce como rey de todos los pájaros. Los egipcios lo tienen entre los caracteres sagrados llamados jeroglíficos por las mismas razones que hemos examinado anteriormente y que daremos después allí donde la cuestión concierna al águila.

Se encuentran muchas otras figuras jeroglíficas en las pirámides, la tabla de Isis y otras obras e inscripciones del mismo tipo y que son las más antiguas de Egipto. Pero aquí estas serán suficientes a modo de ejemplo. Que otros escriban como quieran grandes comentarios sobre los jeroglíficos egipcios, pero yo pienso que sin el verdadero conocimiento y práctica de Vulcano y Mercurio, o mejor dicho de la medicina (en la cual los que importan sobre todo son Osiris e Isis) difícilmente producirán otra cosa que palabras, sea cual sea la manera como las expliquen implicándolas en puras bagatelas morales, o peor: lúgubres y verdaderamente extravagantes.[71] La verdadera causa por la cual aquellos que han creído que eran dioses se complacían en el encanto de estas formas animales ha sido ignorado por el vulgo. La gente pensaba únicamente (lo hemos señalado más arriba como primer motivo) que los dioses habían huido de Egipto por temor a los gigantes y se habían ocultado disfrazándose de diversos animales. De donde Ovidio asigna a cada uno de los dioses un animal en particular, bajo la cubierta del cual se habría escondido. He aquí sus versos:

Typhœus, cuenta ella, engendrado de la tierra, vino también aquí, y los dioses de arriba se ocultaron bajo falsas figuras. Júpiter, dice ella, se volvió el jefe del rebaño, de donde aún ahora, Amón el libio es representado con los cuernos retorcidos. El Delien se oculta bajo un cuervo, el retoño de Semele en macho cabrío, la hermana de Febo en gata, la saturnina en vaca blanca como la nieve, Venus en pez, el Cillenio en alas de Ibis.[72]

V. MONUMENTOS DIVERSOS UTILIZADOS COMO JEROGLÍFICOS

1. LA ESTATUA DE HARPÓCRATES

Además de las figuras de animales y de otras cosas que los egipcios utilizaban como jeroglíficos, se veía en cada uno de sus templos la figura de Harpócrates que, mediante se dedo puesto sobre su boca, recomendaba guardar silencio y, ocultando sus partes vergonzosas con la otra mano, recomendaba renunciar a la libido.

Esto no es sin razón pues se trata de los secretos más secretos de la naturaleza en los que, puesto que son dones muy preciosos de Dios, no se puede introducir a todos. Así mismo no se pueden deshonrar por la libido o la lujuria.

Hay también otros monumentos en Egipto, ya sean mencionados en los textos históricos o bien aquellos cuyos vestigios aún se descubren en nuestros días. No dejan ninguna duda respecto al arte filosófico del que por ellos mismos dan testimonio de manera evidente, al menos en correlación con otros hechos.

2. LAS COLONIAS EGIPCIAS

Hay por ejemplo estas innumerables colonias de las que se dice que fueron exportadas desde allí hacia todo el mundo entero o casi. Fueron completamente capaces de estar en la base de tal o cual potente nación y de inaugurar tal ciudad riquísima y celebre.

BABILONIA, ARGOS Y CÓLQUIDE

Según Diodoro, se quiere que Belo, hijo de Neptuno y de Libia, haya hecho pasar a los colonos a Babilonia. Este escogió como asiento de su ciudad un lugar cerca del Éufrates, donde nombró sacerdotes (los babilonios los llamaban “caldeos”) que debían observar los astros según el modo egipcio, y a físicos que se dedicarían a la astrología.[73] Se verá en otra parte que este Belo, llamado Saturno por unos y Júpiter por otros, fue sacado de entre los sacerdotes egipcios. También se verá que fue un conocedor del artificio muy secreto que entonces era el patrimonio de esos sacerdotes y que es gracias a él que tan gran reino fue acrecentado e impuesto. Todo esto aparecerá claramente a continuación, cuando hablemos del templo que le fue construido. Por otro lado el nombre de Saturno o el de Júpiter que se le otorgó convienen tanto que ha hecho que formara parte de la genealogía dorada de los dioses.

Se cuenta también, dice Diodoro, que Dánao partió de Egipto con sus hijos y fundó la más antigua de las ciudades griegas, probablemente Argos.[74] Habría abordado en Lidia de Chipre donde fue recibido por sus habitantes. Allí habría erigido un templo a Minerva y le habría dedicado una inmensa estatua.[75]

Dánao el egipcio habría poseído el conocimiento del arcano egipcio y habría tenido un lazo parentesco con Belo. Esto se conoce mediante las alegorías fabricadas por los poetas posteriores. Las hijas de Dánao que mataron a sus maridos están en el infierno forzadas a llenar de agua un vaso perforado sin conseguirlo jamás. Se las llama Danáides y Bélides pues algunos hacen a Belo padre de Dánao, otros lo hacen de estos esposos muertos.

Diodoro cuenta también de Cólquide que debe ser un conjunto de colonias egipcias que habitaban en el Ponto.[76] En Cólquide se buscaron minas metálicas y se empezó a explotarlas. Es de allí que Jasón trajo el toisón de oro. Así lo cuenta Amien.[77] Cuenta que los colquideanos son antiguos descendientes de los egipcios. En efecto, el trabajo del lino era de tal manera popular que se había exportado también al extranjero. Además los judíos que habitan en Arabia y en Siria emigraron de Egipto según el mismo testimonio de los egipcios. Es la razón por la cual, añade, en estas naciones también se practica la antigua costumbre que consiste en circuncidar a los niños. Es un hábito que vino de Egipto.[78]

Pero a la verdad, en este pasaje, al sacar de Egipto la circuncisión por los judíos, Diodoro hace lo contrario de lo que fue, por ignorancia de las santas Escrituras. Cuando Abraham hubo transmitido este rito a sus descendientes por orden del mismo Dios, muchos de estos habitaron en Egipto en diversas épocas y sin ninguna duda es allí donde se propagó la circuncisión.

En el momento de esta salida de Egipto de los israelitas aparece igualmente este singular acontecimiento dando testimonio de la abundancia y las riquezas de oro y plata entre los egipcios: es cuando ciertos israelitas habían recibido la orden de Dios de coger y llevarse con ellos los vasos de oro y plata cambiados.[79] De donde se ve que allí abajo había gran cantidad de estos utensilios y que no los estimaban tan preciosos como eso, puesto que las gentes del campo, esclavos, extranjeros, marchándose en contra de la orden del mismo rey, sin tener la intención de volver, habían llegado a obtenerlos de sus vecinos egipcios. Pues, dejando a parte el hecho de que Dios tenía en su poder la voluntad de los egipcios y que les dio la dirección que quería, no es menos verdad que si los particulares no hubieran poseído ellos mismos mucho oro y plata, no habrían podido dar a otros para hacer el cambio. Y si es verdad para las personas particulares, ¿Qué debería estimarse de los sacerdotes y de los mismos reyes? Qué tesoros, qué cantidad de obras en metal no han poseído ellos, de los que se lee que han construido las reservas o salas de tesoros para amontonar el oro y la plata, lo que parece realmente sorprendente para aquel tiempo y no para el nuestro.

LOS LAZOS ENTRE EGIPTO Y GRECIA

Los atenienses también se esforzaban en afirmar que son colonos de una raza egipcia de Sais, como se entiende de lo que Diodoro dice:

Algunos jefes atenienses fueron egipcios: Diputes, padre de Mneteo, por ejemplo, aunque egipcio, se volvió después ciudadano y después rey de los atenienses. Del mismo Erecteo se dice que era de raza egipcia pero que dirigió a los atenienses. Eles les aportó el trigo de Egipto, este beneficio le valió ser rey. Una vez recibida la realeza les enseñó las ceremonias y los misterios de Ceres y Eleusis exportados desde Egipto. Sería esta diosa que viviendo en esta época habría llevado el trigo a Atenas y habría enseñado a los atenienses a sembrar el trigo. Bajo el reino de Ericteo, una sequía había asolado toda la cosecha, y Ceres, presente allí, les habría ayudado con su trigo. Además, los ritos sagrados y los misterios de esta diosa que fueron recibidos en la época de Eleusis son idénticos a los que se celebraban entre los egipcios.[80]

Pero eso es fabuloso y jamás ha sucedido realmente. Está claro según innumerables circunstancias, incluso si los paganos lo han creído y lo han tomado por histórico. En efecto, el uso del trigo es mucho más antiguo. Antes del diluvio no era ignorado. No le era extraño a Noé y a sus descendientes con los cuales se relacionan los griegos, tanto más cuanto que en su religión, la iniquidad del cielo no les ha negado ni el trigo ni el vino. Por otro lado, ninguna diosa Ceres no es o no ha sido jamás, pero como se entiende de lo que ha sido dicho o de lo que se contará después, ella se confunde con Isis, y al mismo tiempo se deberá hacer alusión a su estatuto como nodriza de Triptólemo al que educó a continuación.

Además los hechos no concuerdan entre ellos. Unas veces es Ericteo, otras veces es Ceres misma, después es Triptólemo quien ha enseñado a los atenienses a sembrar los cereales y a utilizarlos, como si hubiera sido imposible educar a los atenienses por no haber comprendido la primera vez. Y si es uno solo de nuestros personajes el que ha dado los cereales a los griegos, no se puede atribuir a los otros, y entonces se impone la pregunta: ¿de qué vivían los atenienses anteriormente? ¿De bellotas como dicen los poetas fabulosamente? Y ¿de dónde ha sido traído primeramente el trigo? ¿De Egipto o de otro reino, o del cielo?

Pero de qué naturaleza realmente son estos cereales se verá muy claramente más adelante según los jeroglíficos de los ritos secretos de Eleusis. Es por lo que lo omitimos aquí. Así mismo se hará mención de los sacerdotes de estos ritos secretos, los eumólpidos. Diodoro dice:

Es cierto que los eumólpidos han salido de los sacerdotes egipcios y los heraldos de los pastóforos.[81] Así de entre los griegos sólo los atenienses juran por Isis, estos se asemejan a los egipcios físicamente y culturalmente, y se afirma, más por complacencia que por verdad, que la mayoría de las cosas son idénticas en las dos partes. Igualmente Cadmo vino de Tebas a Egipto, y habría tenido a Sémele en más que a sus otros hijos. Enviado a Europa por su padre Agenor, fue proyectado por una violenta tempestad a Rodas y allí edificó un templo a Neptuno cuyo cuidado confió a los fenicios que dejó en la isla. De estos fue de quienes con el tiempo derivaron los sacerdotes que debían presidir los ritos sagrados. Cadmo adornó la Minerva de Linde[82] con dones entre los cuales había un pote de bronce muy destacable fabricado con arte según la manera antigua. Allí había inscrito con caracteres fenicios que la tierra había sido devastada por serpientes (se dice que estos caracteres fueron importados a Grecia al principio por los fenicios y se les llamó letras fenicias).[83]

Si se comprenden estas palabras como es debido,[84] desvelan de manera muy abierta en un breve jeroglífico todo el arte químico. En efecto ¿por qué ha ofrecido este pote a Minerva, diosa de la sabiduría? ¿Por qué de bronce y por qué fabricado claramente a la manera antigua? Puesto que estos acontecimientos habrían pasado en una época muy remota ¿por qué añadir aún que este pote había sido fabricado a la manera antigua, a menos que ello se refiera aquí más bien a la materia que a la forma? Estas son las mismas letras que las cartaginesas de las que hemos hablado anteriormente.

En cuanto a la tierra de Rodas, es tomada alegóricamente. Es la tierra filosófica que deberá ser devastada por las serpientes. En estas dos, que son muy secretas, es por las que la tierra de Rodas (pues ninguna otra es válida) se hace devastar; es en estas serpientes volátiles y venenosas que todo el magisterio encuentra su reposo.[85] Y es por lo que había sido predicho por Cadmo, como por un espíritu profético.

En lo que concierne a este don de bronce ofrecido a Minerva (considerada como diosa de la sabiduría, pues nació de la cabeza de Júpiter), no era tanto su forma o su materia lo que era importante, puesto que a una diosa se debe ofrecer lo más precioso, ya sean regalos de oro, de piedras preciosas, etc., sino este algo que los jeroglíficos egipcios contenían.

A esto se añade el hecho de que todos los acontecimientos que conciernen a Cadmo son casi fabulosos y descubren los arcanos propios a la química. Ha perseguido un buey multicolor, ha fundado una ciudad donde este buey estaba reposando, envió a sus compañeros a una fuente donde después fueron muertos por un inmenso dragón, hijo de Tifón y Equidna, al que Cadmo atacó y masacró y del que extendió los dientes en la tierra como las semillas, de donde surgieron unos hermanos nacidos de la tierra que se tiraron sobre Cadmo, y cuando este alcanzó a uno de ellos con una piedra a hurtadillas, se pusieron a hacerse mutuamente una guerra entre ellos: no hay nadie que no vea que cada una de estas operaciones jeroglíficas está en perfecta concordancia con la verdadera quymia, como aún será demostrado más extensamente a continuación. Este es el mismo tema que remiten los dichos de Orfeo, el amigo de los tebanos, cuando ha imaginado a un Dioniso (el Osiris de los egipcios y el Baco de los latinos) hijo de Júpiter y Semele (hija de Cadmo). Es como si se dijera que Osiris (alias Dionisos) había nacido tras la fundación de Tebas por Cadmo, cuando ya era muy célebre entre los egipcios, mucho antes de la época de Cadmo, no porque estaba realmente manifestado como dios, sino, como se ha dicho, porque en tanto que primer jeroglífico, se le ha creído y adoptado como tal. He aquí por qué tradicionalmente, para los autores egipcios, los griegos cuentan fanfarronadas cuando proclaman que Dioniso ha nacido entre ellos.

Diodoro añade algunos detalles más sobre los egipcios:

Se cuentan otras muchas cosas sobre los egipcios. Son historias fabulosas que aún perduran ya sean en palabras o bien en actos. Por ejemplo en Achanta, ciudad situada al otro lado del Nilo, hacia Libia, a una distancia de ciento cincuenta estadios de Menfis, hay allí un jarro agujereado. Cada uno de los trescientos sesenta días los sacerdotes vierten en él agua del Nilo. También hay allí una pieza teatral de un asno ficticio al que se exhibe con una cierta solemnidad.[86] Los nudos que uno hace al comienzo de una larga cuerda otros que siguen los deshacen. Otra cosa: se cuenta que Melampo había hecho pasar de los egipcios a los griegos los ritos sagrados de Dionisos, o que les había enseñado las aventuras de Saturno, el combate de los titanes y su historia, y finalmente todo lo que los dioses sufrían. Se dice también que los recodos del laberinto que aún existe actualmente fueron imitados por Dédalo. Según algunos fue Mendeto quien lo habría construido, según otros fue Marón, bastante antes del reino de Saturno. Las estatuas primitivas entre los egipcios son la misma cantidad que las que Dédalo hizo para los griegos. Está establecido que Dédalo fue el arquitecto para el vestíbulo del soberbio templo de Vulcano situado en Menfis. En vistas de esto, el pueblo mismo habría fabricado y dado la estatua de madera que se encuentra en el interior. Vista la superioridad de su arte, y sus numerosas invenciones, Dédalo habría adquirido una gran gloria y los ribereños le habrían dispensado los mismos honores que a los dioses. En efecto, aún actualmente en una de las islas de Menfis hay un templo dedicado a Dédalo.[87]

Desde que los griegos estuvieron al corriente de los principales arcanos egipcios también adoptaron las ceremonias y los ritos sagrados permitiéndoles al mismo tiempo encubrir estos arcanos y propagarlos. Es de allí que viene el hecho de que en Grecia se celebraran las fiestas de las hijas de Dánao que llenaban de agua un vaso horadado y otras historias de este tipo. En cuanto al muy precioso templo de Vulcano, Diodoro cuenta que también había uno en Egipto.[88] Pues, como ya se ha dicho, es de Vulcano y de Mercurio de quien prácticamente tenían todos sus bienes.

Según el mismo autor, han estado en Egipto Orfeo, Museo, Melampo, Dédalo, el poeta Homero, Licurgio el espartano, el ateniense Solon, el filósofo Platón, el samosiano Pitágoras, el matemático Eudoxo, Demócrito de Abderia e Inopido de Chios. Es de allí que tomaron sus ciencias, sus artes y sus doctrinas. Y si esto es verdad como así convienen en ello todos los historiadores, seguro que es de estos cabos de escuadra que emana el primer origen y raíz de todas las bellas letras, leyes, instituciones y ceremonias; de ellos vienen las creencias y las ficciones sobre los dioses jeroglíficos. Es por ellos que todo esto ha llegado a los griegos y a los otros pueblos. Todo se ha propagado así en el transcurso del tiempo, por el mundo entero o casi.

En efecto, ¿qué poseen los poetas y los teólogos paganos que no hayan sacado de Orfeo, de Museo y de Homero? ¿Qué poseyeron los legisladores antiguos que sea digno de memoria y que no hayan ido a buscar en Licurgio y Solon? Finalmente en el dominio de las ciencias, ¿Cuál es la cosa de la que hayan podido jactarse los filósofos, cabo de escuadra de las sectas, que no hayan recibido como de mano en mano, de Platón, Pitágoras, Eudoxo, Demócrito y otros?

Así pues, todos aquellos han llevado consigo a su casa los dogmas de Egipto, nodriza de las artes y madre de las creencias. Incluso si ellas parecen diferir entre ellas y algunas parecen hasta combatirse, esta diferencia proviene a lo más de la doctrina jeroglífica y alegórica.

Casi todas las religiones paganas en el universo conocido en la época, todas las letras y todas las leyes, pues, han sido sacadas de Egipto. En el Libro de los misterios, Jámblico da testimonio de lo mismo pero de una manera un poco diferente:

Los autores egipcios estimaban que todas las cosas habían sido inventadas por Mercurio, atribuyéndole sus propios libros.[89] Mercurio está en la cabeza de la sabiduría y de la elocuencia, Pitágoras, Platón, Demócrito, Eudoxo, y muchos otros se han rendido a los sacerdotes egipcios. Los dogmas de este libro son de los asirios y de los egipcios y provienen de las columnas de Mercurio. Pitágoras y Platón han tomado la filosofía a partir de las columnas de Mercurio en Egipto. Las columnas de Mercurio están llenas de enseñanzas.[90]

¿Fueron estas columnas aquellas que hemos mencionado a propósito de Osiris y de Isis? ¿Se trata de otras llenas de letras jeroglíficas (tales como las que se ven aún hoy en día en Roma no lejos de la puerta del pueblo, en San Juan de Latran, en Santa María Mayor y en otros lugares), estas sorprendentes columnas llenas de triángulos, cuadrados, círculos esculpidos, serpientes e innumerables animales de este tipo? Esto permanece oscuro. Josefo también menciona en sus Antigüedades, dos tablas o columnas lapidarias, una de mármol y la otra de ladrillo, que los patriarcas de antes del diluvio habrían gravado y erguido indicando las siete artes liberales. Ellos habrían hecho esto por miedo a que pudieran perecer por el agua o el fuego y para que, al contrario, fueran transmitidas a la posteridad.[91] Probablemente estas tablas son aquellas de las que otros autores más antiguos hacen mención. Entre los más recientes el conde Bernardo que estaba muy al corriente de los monumentos de los otros, cuenta que es Hermes quien primeramente habría encontrado estas tablas:

Pero a propósito de este Hermes, se lee en la Biblia que primero había entrado en el valle de Hebrón y que allí había encontrado siete tablas de piedra sobre las que los sabios, antes de la inundación de las aguas, habían grabado las siete artes liberales, con la única mención de sus principios para cada una, por miedo a que cayesen en el olvido.[92]

No se puede leer esto en el texto sagrado de la Biblia, pero es creíble que haya sido sacado de los glosarios de los antiguos escribanos. La razón da su adhesión a ello de la siguiente manera: si Adán ha conocido intrínsicamente o extrínsecamente las esencias de todas las cosas creadas, como se relata en los textos sagrados, hasta el punto de imponer a cada una el nombre según su naturaleza; si la vida de estos patriarcas muy antiguos ha durado un tiempo tan largo, más por la consideración y especulación de las obras divinas que por otras operaciones más viles, ¿quién negará que estas sean ciencias reales (y no fantásticas e imaginarias como algunas que se introdujeron a continuación, como aquella de volver el blanco negro y el negro blanco exhibiendo una fábula razonablemente), que han existido en el espíritu y en la práctica de estos padres? Pues si se trata de teoría y de práctica, es justo que se hayan afanado también en la propagación de estas ciencias entre sus descendientes. Pues es para conservarse una descendencia del espíritu así como la del cuerpo que probablemente hayan empleado este medio. Pero si alguien quiere contradecir en esto a Josefo o a otros, no somos nosotros quienes lo impediremos. Las demostraciones de nuestra exposición se imponen suficientemente por ellas mismas con lo que ha sido dicho anteriormente.

3. EL VASO Y LA INCUVACIÓN ARTIFICIAL DE LOS HUEVOS

El vidrio, que puede ser llamado piedra artificial translúcida y puede concernir propiamente a la quymia, ha empezado a ser conocido desde tiempos muy remotos en Egipto y Etiopía, su vecina. Diodoro atestigua que se hacían sepulturas de etíopes en vidrio:

Se salan los cuerpos y se les entierra desnudos en receptáculos de vidrio que se colocan sobre las columnas. Así se percibe el cuerpo del difunto por el vidrio de la manera que describe Herodoto. Esto lo rechaza Ctésias de Cnide.[93] Éste dice que si se sala los cuerpos no pueden conservar su apariencia pues se deteriora, pero que esto se hace a las estatuas huecas, en las cuales se emplaza a los muertos, antes de poner el vidrio en derredor. Así, colocada en altura y envuelta de vidrio, una imagen de oro parecida al difunto se ofrece a los espectadores. Se pretende que estas son las tumbas de los más ricos. La gente de más baja condición ponen retratos de plata, y los pobres imágenes de arcilla. Como el vidrio se fabrica en abundancia en Etiopía, todo el mundo tiene.[94]

Hemos pensado que era necesario poner estos datos aquí porque los etíopes han dominado perfectamente a los egipcios, y estos a una gran parte de aquellos. Que no se vaya a argumentar, pues, que los vasos requeridos actualmente para la práctica de la química no existían en aquella época, para llegar, como se puede imaginar, a una conclusión totalmente diferente de la realidad. Con este tema se relaciona un hecho sorprendente, qua aún se puede observar en el Cairo (antes en Menfis): huevos de gallina que los egipcios pueden hacer que se abran sólo mediante el artificio de los hornos, y esto desde mucho tiempo antes al nacimiento de Jesús-Cristo. He aquí lo que escribe Diodoro de este artificio más que químico de los egipcios:

Pues los criadores de pájaros y patos, además de la manera natural y habitual de procrear como las demás gentes, se ocupan de ello con tal cuidado que llegan a contar un número sorprendente de pájaros. En efecto, no son los pájaros los que incuban los huevos sino ellos mismos que por su genio y mediante un arte natural hacen salir a los pequeños de los huevos sin seguir la costumbre de los demás.[95]

4. LAS PIRÁMIDES

De una manera fundamentada, podríamos probar lo mismo por los sorprendentes sepulcros de los reyes egipcios así como por estos milagrosos monumentos que son las pirámides. En efecto, los egipcios estaban convencidos, por las obras de la naturaleza o de otra forma, de la inmortalidad del alma humana, y han dejado magníficos mausoleos descuidando sin embargo el cuidado de construirse una simple casa (puesto que, como dice Diodoro, llaman a nuestras casas “albergues” con el pretexto de que sólo las habitaremos un tiempo breve, mientras que a las tumbas de los muertos las llaman “casas eternas”).[96] Por lo tanto aún ahora podemos ver en estos lugares su fuerza, sus riquezas, su continuidad de espíritu y las realizaciones de estas personas que han intentado algo supra-humano. Sus obras, casi eternas, son susceptibles de durar hasta el fin del mundo. En cuanto a sus constructores, ya hemos hablado de ellos más arriba y diré según Diodoro:

Estas pirámides están vueltas hacia Libia a ciento veinte estadios de Menfis y a cuarenta y cinco del Nilo. El arte y la increíble dimensión de la obra provocan el asombro de los espectadores. Cada una de las cuatro caras de la pirámide más grande tiene siete arpents[97] de base y más de seis de alto. Cada lado, descendiendo poco a poco la vertical desde la cima, contiene sesenta codos. Toda la estructura consiste en una piedra dura y difícil de tratar, pero destinada a durar eternamente. Esta masa ha permanecido intacta hasta nosotros unos mil años más o menos, según algunos, y más de tres mil cuatrocientos años según otros. Se cuenta que sus piedras han sido transportadas desde Arabia por un largo camino. Se ha fabricado con terraplenes, puesto que las máquinas aún no habían sido inventadas. Ciertamente una operación sorprendente, sobretodo en una tierra arenosa por todas partes donde no se encuentra ningún vestigio de terraplén ni de piedra tallada, hasta el punto que una tal masa parece haber sido amontonada no por hombres sino por dioses. Los egipcios prueban forjar algunas increíbles historias sobre ello: estos terraplenes habrían sido hechos con sal y nitro, y después habrían desaparecido totalmente sin intervención del hombre, disueltos por la crecida del Nilo. Pero esto está bien lejos de la verdad. Este terraplén construido por una multitud de personas ha sido quitado también por una multitud: se dice que trescientas sesenta mil personas fueron asignadas para esta tarea, y los trabajos duraron más o menos veinte años. Se dice que toda la plata gastada en su realización así como las legumbres y las plantas (que servían de alimento para los obreros) sobrepasaban los mil seiscientos talentos. A parte de esta pirámide también existen otras de dimensiones más pequeñas. Pero, según la tradición, ninguno de los que construyeron estas pirámides fue enterrado allí. Algunos aseguran, como hemos contado más arriba según el mismo autor, que el constructor de la más grande fue Arméis, el de la segunda Amasis, y Masus el de la tercera de la que algunos dicen haber sido el sepulcro de Rodopis. Pero la verdad es que no se ha establecido nada cierto a propósito de los autores de estas pirámides, ni entre los habitantes ni entre los escribanos.[98]

Nuestra conclusión de ello, es que han sido construidas en un tiempo muy antiguo, sí, aquel en el que el pueblo israelita en Egipto se fatigaba en cocer ladrillos y amasarlos con paja en los campos. Se fabricaron más por ostentación de riquezas que para enterrar a los reyes. Marcial dice:

Que se calle Menfis a propósito de los bárbaros milagros de sus pirámides, etc. Que todo trabajo cese ante el anfiteatro de César.[99]

Sin embargo y a decir verdad, este anfiteatro, que no es un trabajo menos brillante, está ahora prácticamente en ruinas, mientras que las pirámides que tuvieron su principio tantos miles de años antes que el anfiteatro, aún perduran intactas. Está claro que es porque su misma realización ha emanado de un genio muy sutil, un espíritu verdaderamente grande y una mano muy larga. Plinio dice:

Estas pirámides de Egipto no fueron otra cosa que una ociosa y tonta ostentación de la plata de los reyes.[100]

Y ¿por qué no, puesto que según la mayor parte de los autores, se han construido para evitar abastecer de plata a los sucesores que habrían conspirado con los rivales? Esto no impide que a justo título se haya puesto este trabajo llevado a su perfección por un arte milagroso entre el número de las maravillas del mundo, puesto que todo corresponde en ello y es bien lógico el hecho de haberlo dejado al mundo como un testimonio casi eterno.

5. EL TEMPLO DE SEMIRAMIS EN BABILONIA

Pero sobre esto ya es suficiente. Dejemos de lado las obras más prestigiosas de Egipto. Examinemos primero el templo de Semiramis en Babilonia, esta Babilonia que también ha ejercido su imperio sobre Egipto. Ella ha erigido este templo a Júpiter Belo.[101] Y lo ha coronado con tres inmensas estatuas de oro: Júpiter, Juno y Opis. Diodoro dice:

La de Júpiter aún existe. Tiene una longitud de cuarenta pies y pesa mil talentos babilónicos. La de Opis tiene un peso equivalente y está sentada sobre un trono de oro. Dos leones descansan en sus rodillas y al lado se encuentran unas serpientes de plata de un tamaño inmenso. Cada una de ellas pesa treinta talentos. La de Juno está de pie y pesa ochocientos talentos. En su mano derecha tiene la cabeza de una serpiente y en su izquierda un cetro de piedra. Estas estatuas compartían conjuntamente una mesa de oro hecha a mano, de cuarenta pies de largo y doce de ancho con un peso de cincuenta talentos.[102]

Y aún hay otras obras de esta clase que Diodoro y otros censan. Incluso si alguien quiere relacionarlas con el culto de los paganos hacia sus dioses, queda claramente establecido que son totalmente químicas en cuanto a su origen y a su invención. Pues este Belo, como se ha dicho más arriba, había llevado a Babilonia las colonias y los ritos sagrados egipcios, que él había tomado de los sacerdotes egipcios, de manera que el arte, ligado como un cómplice al arcano egipcio, ha emigrado allí de la misma manera. Además, Júpiter y Juno son cónyuges, y sin embargo hermano y hermana; igualmente Saturno y Opis. Esta es la madre de los dioses y ella a ofrecido a Saturno una piedra para que la devorara en lugar de a Júpiter. Ella está sentada verdaderamente sobre un trono de oro, con leones y serpientes a su lado. Yo añadiría: Uno es volátil y el otro no. Estos símbolos abundan en los libros quimistas, es por lo que no se les volverá a tomar aquí.

Pero ¿por qué Opis tiene en su mano derecha la cabeza de una serpiente y en su mano izquierda un cetro de piedra? Es porque jeroglíficamente es así como se ha de poner en la sombra el por qué y en memoria de qué se había instalado en estas estatuas. Habitualmente un cetro es de oro, pero este es de piedra. Esta piedra, que es el padre del oro,[103] se encuentra bajo tierra y por encima de la tierra.

En cuanto a Opis, ella es la madre de los dioses. La mesa de oro le es común a todos pues de tres se hacen dos y de dos se hace uno.[104]

6. LOS REMEDIOS

También en Egipto, entre los heliopolitanos (Heliópolis y Tebas son una misma ciudad) hay una tradición según la cual en las primeras edades se habían encontrado remedios contra la cólera y a la vez contra los dolores. Es por lo que Diodoro dice de Homero que su estancia entre los egipcios es la que le ha hecho forjar la historia de Helena dando a Telémaco el NEPENTHES, esta bebida que procura el olvido del pasado.[105]

He aquí una razón que nos hace conjeturar justamente que todas estas obras han sido producidas por la fuerza y las facultades de este mismo medicamento. Pues este medicamento del alma, como así se le llama sobre la inscripción de Semiramis señalada más arriba, si cura la cólera y el dolor; si, como remarca Janus Lacinius,[106] es una medicina eficaz contra las enfermedades de las personas, tanto las del alma como las del cuerpo; si expulsa claramente las perturbaciones; si vuelve buenos a los hombres, es decir no envidiosos de lo que es de otros; si igualmente los preserva; si además, como el mismo autor testimonia, iguala y estabiliza los humores del cuerpo cuando están en algún tipo de exceso, si lleva a la salud y afirma la débil vejez, ¿por qué no podría llevar a acto lo que existe en potencia?

Los egipcios, según una antigua apelación, llaman a Venus: “Venus de oro” y es conocido que cerca de Menfis hay una campiña llamada “campo de la Venus de oro”. Esto no es sin razón pues al ser vaciado Saturno de sus entrañas, un peso ha sido echado a lo lejos, del que se dice que nació Venus,[107] y que se le ha juzgado digna de un nombre y un honor dorados. Pues realmente ella es la madre de todo tábano filosófico.[108] En efecto, ella tiene un Cupido que domina a los dioses, también dorados, alumbrando en ellos la libido.

Se ha de notar también la manera en que se cuida a los niños entre los egipcios. Para los niños enfermos hacen votos a ciertos dioses y si los niños escapan de la enfermedad se rasuran los cabellos, los colocan en oro o en plata y los dan como presente a los Magos.

7. CONCLUSIÓN

Los sujetos cuya mayor parte hasta aquí hemos sacado de los monumentos egipcios más antiguos y más secretos, prueban suficientemente, incluso en demasía, que todas estas obras deben ser relacionadas de manera muy adecuada a la química, es decir, a la medicina de oro, la que actúa gracias al medicamento de oro del cuerpo y del alma, y a ningunos otros sujetos, a no ser oblicuamente.[109]

Pero el número de aquellos que son capaces de poner en duda una medicina tan pisoteada está lejos de ser inútil. Hacen como si no fuera nada importante y que no valiera casi más que las otras medicinas de nuestra época. Es más, si no podemos comprender estas enseñanzas de algunos en el sentido de la piedra filosofal o de la aurífica, es decir, de la crisopeya, por su juicio preconcebido, los plocamaremos a todos vanos, sin efecto, y sin acuerdo con la razón o con la naturaleza.

Y esto es porque ellos mismos no perciben ni comprenden el medio de perfeccionar según el arte las obras de la naturaleza, y porque no ven a ningún artista de este género operar todavía abiertamente tales milagros (excepto los ordinariamente habituales que son más célebres por su fraude y su pobreza que por un arte verdadero y las riquezas).

Es a ellos que responderemos, así como a las objeciones que no desembocan más que en conclusiones negativas que provienen de la ignorancia de lo recto y (como ellos dicen) del hecho (puesto que se permiten volver en sentido contrario tanto las cosas celestes como las terrestres con la misma facilidad y la misma audacia, cuando existen tanto de una parte como de otra tantas cosas experimentadas).

He aquí lo que respondemos: los egipcios y sus sucesores, los griegos más antiguos, han poseído la medicina de oro; la han utilizado no sólo para conservar la salud del cuerpo sino también para adquirir riquezas. Todo lo que hemos dicho hasta aquí lo prueba suficientemente. Es lo que ha sido dejado en la memoria por los historiadores posteriores a Diocleciano.[110]

No obstante esto no es el objetivo que me he propuesto aquí, sino de modo secundario, pues esto se prueba suficientemente por sí mismo, desde entonces es establecido lo que concierne a la medicina de la que he emprendido su demostración como primer objetivo.

En efecto, numerosas y variadas pueden ser las fuerzas de un tema, así como sus realizaciones, sus virtudes, sus objetivos y sus efectos. Incluso si no está dirigido todo hacia una sola y misma intención, se trata de un único sujeto. Ello destaca en el oro, sujeto muy noble. Los médicos se sirven de él para ocuparse de la salud del hombre; los artesanos para fabricar diferentes obras; otros para la decoración y la pompa; y otros (y no son los menos numerosos) para el lucro y la fortuna social (en efecto ¿no es lo que realiza el oro?)

Es preciso tener el mismo sentimiento sobre esta medicina aurígena[111] de la que muchos reyes de Egipto, no lo negamos, han abusado para sus lujos y riquezas así como para introducir la idolatría y para consolidarla silenciando las cosas más secretas. También otros, y no son pocos, la han empleado en la gloria divina, en la utilidad del prójimo y para conservar la salud del cuerpo humano. Entonces, puesto que se le ha de dar un nombre según su cualidad, y que en la fragilidad y la brevedad de esta vida humana, está más en conformidad con el precepto de Dios que nos lo recomienda, amar al prójimo como a uno mismo, socorrerlo en las necesidades y las enfermedades que afligen al cuerpo, que gastar solamente su obra para las riquezas y vivir para sí solo, es justamente que hemos llamado MEDICINA a este arte que realiza este medicamento de oro del alma y del cuerpo y que ha sido buscado bajo este nombre desde hace mucho tiempo.

FIN DEL PRIMER LIBRO



[1] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 9, 2.

[2] . Cf. ibidem, I, 11, 1-3.

[3] . “Guarda espaldas”, en latín satelles, de donde sale nuestro francés “satellite”. [Y en español “satélite”].

[4] . Cf. Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 13, 1-3.

[5] . Ibidem. I, 13, 4.

[6] . Cf. ibidem. I, 14, 1-4.

[7] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 15, 9 a 16, 2.

[8] . Ibidem. I, 13, 3.

[9] . R. Llull, Testamento, “Teoría”, 50 (51); Theatrum chemicum, t. IV, p. 75; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 738; M. Pereira, B. Spaggiari, Il “Testamentum” alchemico attribuito a Raimondo Lullo, p. 168.

[10] . Aquila, “águila”; aqua, “agua”.

[11] . En el sentido: que concierne a los iniciados en los misterios.

[12] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 17, 1 a 20, 6.

[13] . Arcanissima.

[14] . N. Flamel, Anotaciones; Theatrum chemicum, t. I, p. 789; J.-J. Manget, Bibliotheca chemical curiosa, t. II, p. 366.

[15] . Secretos de la piedra filosófica; Artiss auriferæ, t. I, p. 390. Las citas que Maier atribuye a Rasis, y su Epístola desconocida del resto, se encuentran generalmente en esta obra anónima.

[16] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca historique, I, 21, 1 a 23, 1.

[17] . Cf. Fabre du Bosquet, Concordance mito-physico-cabalo-hermétique, p. 41.

[18] . Quæ contingit: “que se pasa”, “que llega”. Pero se podría traducir también: “que lo [Osiris] tinta”. En efecto contingere tiene también el sentido de continguere, “teñir”, “impregnar”. El juego de palabras es totalmente posible en Maier, por lo tanto más bien habla de la virtud de Tifón que lo contrario, “se extingue” (extingere).

[19] . Sobre el doble sexo, cf. E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope, t. I. p. 85.

[20] . Diodoro de Sicilia, Bibliothèque historique, I, 25, 6.

[21] . J. Isaac de Holanda, Œuvres minérales, II, 26 ; Theatrum chemicum, t. III, p. 437.

[22] . Cf. Virgilio, Bucólicas, IV, 10: “Tuus iam regnat Apollo”.

[23] . Les Sept Traités attribués à Hermès, III ; J. Mangin de Richebourg, Bibliothèque des philosophes chimiques, t. I, p. 105 ; Theatrum chemicum, t. IV, p. 665 ; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 118.

[24] . Allégories des sages, 28; Theatrum chemicum, t. V, pp. 86-87 ; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 478. Cf. Le Rosaire des philosophes, pp. 233-234 ; Artis auriferæ, t. II, p. 380 ; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 118.

[25] . Allégories des sages, 28; Theatrum chemicum, t. V, p. 86 ; J.-J. Manget, Bobliotheca chemica curiosa, t. I, p. 478. Cf. Le Rosaire des philosophes, p. 233 ; Artis auriferæ, t. II, p. 379 ; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, 118.

[26] . Obra no identificada.

[27] . R. Llull, Codicillo, 14; J.-J. Manget, Biblioteca chemica curiosa, t. I, p. 887.

[28] . Cf. Conseil des noces, I; Theatrum chemicum, t. V, p. 454 ; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, p. 245.

[29] . Diodoro de Sicilia, Bibliothéque historique, I, 26, 1-3 y 27, 1.

[30] . Cf. Eusebio de Cesarea, Crónicas, I, 20.

[31] . Cf. Herodoto, Historias, II, 99 y ss. ; para Sethon, cf. ibidem, 141.

[32] . Hemos dejado las vocales latinas para resaltar el juego de palabras. Dionysius no significa “Dionisos”

sino “Denys”. De todas maneras Nyseus es uno de los nombres de Baco.

[33] . Diodoro de Sicilia, Bibliothèque historique, I, 27, 3-6.

[34] . Cf. S. Pablo, I Corintios, XI, 12: “Pues si la mujer ha sido sacada del hombre, el hombre también nace de la mujer, y todo viene de Dios”.

[35] . “Arcano arcanorum”; cf. el título de la obra. Cf. Plutarco, Vida de Alejandro el Grande, 52.

[36] . Cf. Agustín, La Cité de Dieu, VIII, 5 y 25 ; XII, 11.

[37] . Cf. Diodoro de Sicilia, Bibliothèque historique, I, 43, 6.

[38] . Homero, Ilíada, IX, 383-384.

[39] . Diodoro de Sicilia, Bibliothèque historique, I, 45, 1 a 46, 1.

[40] . Ibidem, I, 46, 4-7.

[41] . Cf. ibidem, I, 45, 4 a 49, 6. Para Hecáteo, cf. Fragmenta historicum Graecorum, II, 389-391.

[42] . Dos arpents: 200 pies griegos o 208 pies romanos.

[43] . Una mina de plata equivalía a cien dracmas.

[44] . Lectisternium: comida ofrecida a los dioses.

[45] . Cf. Sabiduría, VII, 9-14, y El Rosario de los filósofos, p. 114; Artis ariferae, t. II, pp. 277-278; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. II, pp. 100-101.

[46] . Cf. Diodoro de Sicilia, Bibliothèque historique, I, 66, 8-9; 67, 9-11.

[47] . Ibidem, I, 85, 1-3.

[48] . Cf. Estrabón, Geografía, XVII, 1, 31.

[49] . Serapis o Zarpáis, contracción del griego Σορόαπις, de σορός, “ataud”, y de Απις. Cf. Clemente de Alejandría, Stromatas, I, 106, 6; Agustín, La Ciudad de Dios, XVIII, 5.

[50] . Diodoro de Sicilia, Bibliothèque historique, I, 85, 4 a 87, 2.

[51] . Difícil sentido; quizás es una expresión que signifique: “ya lo ha sabido mañana”, equivalente a: “nadie lo sabrá jamás”, o quizás signifique: “ya se ha dicho más arriba”, o bien: “esto es evidente”.

[52] . Cf. E. d’Hooghvorst, Le Fil de Pénélope, t. I, p. 193.

[53] . Theorici, “especulativos”, pero no en el sentido mundano actual.

[54] . Cf. “El Libro de las doce puertas de la alquimia”, p.5 en Tríos Traitez: “El fuerte calor ha dado al comienzo negrura y luego el fuego lento hace la blancura”.

[55] . Cf. Diodoro de Sicilia, Bibliothèque historique, I, 11, 1-5.

[56] . Los Siete Tratados atribuidos a Hermes, I; J. Mangin de Richebourg, Bibliothèque des philosophes chimiques, t. I, p. 103 ; Theatrum chemicum, t. IV, p. 618 ; J.-J. Manget, Bibliotheca chemica curiosa, t. I, p. 411.

[57] . Latopolitani, del latín latus, “largo” y del griego λάτος, “viruela”, un pez del Nilo.

[58] . Lycopolitani, de λύκος, “lobo”.

[59] . Estrabón, Geografía, XVII, 1, 40.

[60] . Virgilio, Enéida, VIII, 698.

[61] . Secrets de la pierre philosophique; Artis auriferæ, t. I, p. 391. « Poison »: toxicum ; « thériaque » : theriaca. Pensamos que ahí hay un juego de palabras con la etimología griega. Τοξικός que significa: “que concierne al arco y las flechas (τόξον)”; θηριακός: “que concierne a las bestias salvajes (θηριον)”, “quien previene contra las heridas de las serpientes”. Pues la flecha fija y mata a la bestia salvaje. Ésta, a su vez, recibe la flecha en su vientre. En Artis auriferæ hay escrito: tyriaca, “tyriaque”, lo que significaría “púrpura”.

[62] . La obra anónima de los Rythmi Germanici (Versos germánicos) apareció en 1608. Cf. J. Ferguson, Biblioteca chemica, t. I, p. 268.

[63] . Cf. Diodoro de Sicilia, Bibliothèque historique, I, 83, 1-9.

[64] . Cf. La Unión del cielo y de la tierra”, en Images cabalistiques et alchimiques, pp. 79-90.

[65] . Virgilio, Bucólicas, III, 8-9.

[66] . Isidoro, Etimologías, XI, 3, 15.

[67] . Cf. Agustín, La Ciudad de Dios, II, 14.

[68] . Cf. Isidoro, Etimologías, VIII, 11, 49.

[69] . T. Valois, Comentarios sobre la Ciudad de Dios de Agustín, II, 12-16.

[70] . Ovidio, El Arte de amar, II, 147.

[71] . Juego de palabras intraducible así como exquisitas: morales, morosas (lúgubres), moras, meras. Además el autor opone explicare, “explicar” significando literalmente “desplegar”, “extender” a implicare, “implicar”, “doblar”, “imbricar”, etc.

[72] . Ovidio, Metamorfosis, V, 325 a 331.

[73] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 28, 1.

[74] . Cf. Ibidem, I, 28, 2.

[75] . Cf. Ibidem, V, 58,1.

[76] . Cf. Ibidem, I, 28, 2.

[77] . Cf. Amien Marcelin, Historia, XXII, 8, 15.

[78] . Cf. Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 28, 2-3.

[79] . Cf. Éxodo, XII, 35-36.

[80] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 28, 6 a 29, 4.

[81] . Pastóforos: sacerdotes que llevaban las representaciones de los dioses en los relicarios.

[82] . Linde: ciudad de Rodas.

[83] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 29, 4-5 y 23, 4.

[84] . Rito: “según el rito”; puede ser una alusión al misterio de la cábala, principio sutil de la alquimia.

[85] . Juego de palabras sobre quiescere, “reposarse”, pero también “morir”, “permanecer en calma”.

[86] . Nuestra Edad Media cristiana también tenía su fiesta del asno. Cf. E. d’Hooghvorst, Le Fil de Penélope, t. I, pp. 300-302.

[87] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, II, 6.

[88] . Cf. ibidem, I, 57, 5 y 97, 6.

[89] . El fenómeno ha perdurado hasta hoy en día, puesto que los hermetistas contemporáneos a veces firman como Hermes. Cf. E. d’Hooghvorst, Le Fil de Penélope, t. I, pp. 300-302.

[90] . Jámblico, Los Misterios de Egipto, I, 1.

[91] . Cf. Flavio Josefo, Antigüedades judaicas, I, 70-71.

[92] . Bernardo el Trevisano, La Filosofía natural de los metales, I; J. Mangin de Richebourg, Bibliothèque des philosophes chimiques, t. I, p. 468.

[93] . Historiador griego de Vº o IVº siglo antes de J.C.

[94] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, II, 15, 1-4.

[95] . Ibidem, II, 3.

[96] . Cf. ibidem, I, 51, 2.

[97] . [Antigua medida agraria equivalente entre 42 y 51 áreas, según los paises] N. del T.

[98] . Ibidem, I, 63, 3-9; 64, 1-4.

[99] . Marcial. Epigramas, I, 1 y 7.

[100] . Plinio, Historia natural, XXVI, 12.

[101] . Belus: “Bélus”, “Baal”. Belus fue también el primer rey de los Asirios, padre de Ninus, marido de Semiramis.

[102] . Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, II, 9, 5-7.

[103] . “Padre”, pues lapis, “piedra” es del género masculino.

[104] . Mensa, “mesa”, viene de una raíz que significa “mesurar”. Los nombres significan la medida.

[105] . Cf. Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, I, 97, 7; Homero, Odisea, IV, 220-232; E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope, t. 1, p. 25.

[106] . Janus Lacinius, Autor de una Pretiosa Margarita novella, aparecida hacia mitad del siglo XVI. Cf. J. Férguson, Biblioteca chemica, t. II, pp. 2-3.

[107] . En realidad es de los testículos de Urano cortados por Saturno que nace Venus.

[108] . Œstrus significa a la vez “taon” (tábano) y delirio profético o poético. Quizás se encuentre este tábano en la expresión: ¿Qué mosca le ha picado?

[109] . Cf. E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope, t. I, p. 315: “Así los vestidos pueden ser numerosos y diversos, sin que por ello dejen de ser ajustados, permitiendo adivinar el cuerpo inmutable de una verdad que no se entrega más que a aquel a quien es dada en esponsales. Al contrario, si estos vestidos son aplicados a otros sujetos sólo se adaptarán oblicuamente.

[110] . Alusión a un edicto de Diocleciano, publicado en el 296, que ordenaba que se echaran a las llamas de la hoguera todas las obras de alquimia extendidas en Egipto. Sobre este acontecimiento y sobre los historiadores antiguos que lo relatan, cf. E.Gibbson, Historia del declive y la caída del imperio romano, t. I, p. 271.

[111] . Aurígena, “nacida del oro” o “engendrada del oro”.

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